Dentro del ámbito profesional, el significado que le doy a “optimizar” es encontrar y programar la mejor combinación posible que nos ayude a alcanzar el objetivo deseado para un proyecto determinado. Fíjate que incluyo en esta definición la palabra posible y con ella me refiero a que, a veces, nos atascamos con la resolución de un problema porque anhelamos recursos o habilidades que no disponemos y por tanto no podemos contar con ellos para lograr el resultado final. El resultado al que llegarás al final de tu proyecto será óptimo si has combinado correctamente los medios disponibles.

Pretender optimizar lo que nos sucede, lo intangible, denota una gran osadía. Nuestro día a día, queramos o no, se compone de un alto porcentaje de incertidumbre, pero podemos enfocar la optimización a las tres magnitudes clásicas que conforman nuestra realidad: espacio, tiempo y materia. ¿Cómo optimizamos? Sin duda, por cada uno de nosotros habrá una forma de optimizar. Recuerda que estamos hablando del resultado óptimo y ese resultado lo determinarás tú en función del resultado que andas buscando.

Surgen estudios que nos aseguran que los genios son personas desordenadas, que ser impuntual puede ser sinónimo de una gran inteligencia o que vivir en el caos demuestra tu potencial creativo. Sin entrar a desmentir o afirmar tales observaciones, lo que me ha funcionado en mi vida profesional es el orden y la planificación.

Tu espacio. Desde luego, el refrán español el que guarda siempre encuentra ha hecho un daño enorme en esto de simplificar; nos empeñamos en acumular, en mantener para mañana viviendo en un continuo “por si acaso”. Debo confesar que no soy nada defensora de Marie Kondo, quien nos sumerge aún más en la confusión entre el orden y la organización y nos anima a tirar y desechar, y si lo soy del modo de vida consciente donde se pone el foco en comprar menos. Pero sí que comparto con ella el gusto por el orden. Personalmente, me encanta trabajar en un despacho que tenga la mesa vacía. A mi la mesa vacía me recuerda a un lienzo en blanco y me imagino cada día por la mañana como un pintor antes de iniciar su obra: con todo por definir y una gran posibilidad por hacer. Por eso, una de mis rutinas cuando apago la luz y antes de cerrar la puerta del despacho, es girar la cabeza y comprobar que sobre la mesa no quedó ningún documento que pueda impedir mañana comenzar con un nuevo lienzo en blanco. ¡Optimiza tu espacio! Define en qué ambiente te mueves mejor y adecúalo a tu personalidad, olvídate de las estadísticas y de las tendencias. Acomoda el espacio a tu personalidad y estarás optimizando tu hábitat.

Optimizar: Buscar la mejor manera de realizar una actividad. Conseguir que algo llegue a la situación óptima o dé los mejores resultados. En matemáticas e informática, determinar los valores de las variables que intervienen en un proceso o sistema para que el resultado que se obtenga sea el mejor posible.

Tu tiempo. Si pudiéramos comercializar con el tiempo como en la película El precio del mañana (In Time) valoraríamos muchísimo más esta unidad de medida. En esa película, las personas más ricas no envejecen, son aquellas que disponen de más unidades de tiempo y viven en una zona horaria privilegiada mientras que el resto de la humanidad debe vivir en guetos, trabajando para obtener diariamente su ración de minutos y pagar con ellos todas sus necesidades de alojamiento, comida, luz, etc.   

A pesar de Plauto quien por el año 200 a.c. hacía su propio alegato en contra de la rigidez horaria

“¡Los dioses confundan al primero que inventó la hora

y colocó el reloj de sol que rompe mi día en mil pedazos!”

lo cierto es que nuestro mundo está regido por el tiempo. Jugamos con plazos de entrega, con vencimientos (con eso no se juega), con horas de espera. Debes defender tu gestión del tiempo como si de un valor preciado se tratara. Las pérdidas de tiempo hacen que te retrases a la hora del desempeño de tu tarea y generan frustración y enfados. Organiza tu agenda en base al orden de prioridad que le asignes a cada tarea, eso sí, dejando un margen para los imprevistos que ya sabes que siempre aparecen. ¡Optimiza tu tiempo! Sé cumplidor con los plazos fijados

Tus recursos. A menudo nos encontramos suspirando por la suerte de otros, deseando vivir esa vida a la que no nos han invitado. La realidad es que optimizar los recursos va de combinar las habilidades, competencias y medios de los que dispones de forma que obtengas el mejor resultado para lo que andas buscando. No va de pensar que, si hubiese tenido esto, hubiese hecho aquello. Cuando emprendes un trabajo, una tarea, cuentas con una serie de ítems tangibles con los que debes desenvolverte. De ti depende el poner a disposición de ese proyecto la mejor combinación de recursos propios y conseguir los recursos externos (aquellos que no posees) que son necesarios para llevar tu proyecto a buen fin. ¡Optimiza tus recursos! Se preciso, piensa diferente, se ocurrente con las combinaciones de elementos que formarán tu estrategia. Céntrate en lo que quieres conseguir, a partir de ahí construye el camino “desandando” pasos y eligiendo los ingredientes que te harán llegar a tu meta.

No renuncies a la optimización como fórmula para conseguir los resultados deseables, aunque necesite un esfuerzo y requiera una planificación previa para establecer una estrategia, recuerda que como en toda partida de ajedrez, un mal plan es mejor que no tener ningún plan (Frank Marshal). Así que, ya sabes … Optimízate.

Marta de León, economista y consultora
www.optimia.pro