Dicen que Nueva York es la ciudad que nunca duerme. Quizás no lo haga debido a la energía constante que circula por sus calles y acompaña la actividad frenética de cada habitante. O quizás sea porque sus colosos de acero y vidrio compiten por acariciar el cielo, a medida que desafían la gravedad y redefinen la línea del horizonte. En el corazón de la Gran Manzana, donde las luces de los rascacielos tintinean como estrellas urbanas, Nueva York se erige como un bastión inquebrantable de actividad.

¿Qué historias se esconden detrás de los seis (en realidad son siete, pero me encanta hacer trampas) edificios más imponentes de la ciudad? 

Empire State Building y Chrysler Building

La primera en la frente. ¿Por qué en la primera posición de una lista que recoge seis rascacielos nos encontramos con los dos más icónicos? Porque muchísima gente los confunde y ya es hora de enmendar este error. 

Imagen del Edificio Chrysler.

Aunque ambos fueron diseñados siguiendo el estilo art-deco, el Edificio Chrysler presenta una aguja distintiva en su parte superior y está decorada con detalles de acero inoxidable y ornamentos en forma de gárgolas y elementos de automóviles. Esta aguja fue concebida en secreto por su arquitecto, William Van Allen, para superar al que hasta entonces había sido el edificio más alto del mundo: el 40 Wall Street.

El pináculo, una vez completado, añadió 56 metros a su altura total, elevándolo hasta los 319 metros. Mientras tanto, el Empire State estaba en construcción. Y aunque su forma sea más simétrica y sencilla que la del Chrysler, también aprovechó una antena de transmisión para llegar a los 381 metros. Así se convirtió, unos años más tarde, en el rascacielos más alto del planeta. 

El rascacielos del Empire State llegó a ser el más alto de la ciudad.

56 Leonard Street

Los arquitectos suizos Jacques Herzog & Pierre de Meuron pensaban que los rascacielos de Manhattan eran demasiado convencionales, así que decidieron romper la forma del suyo. Y lo hicieron literalmente, porque 56 de Leonard Street es una torre de 250 metros de altura, distribuida en 57 plantas, que también se conoce por otro nombre: Jenga Tower. Su estructura parece una serie de bloques apilados de manera irregular, igual que el conocido juego de mesa.

56 de Leonard Street, más conocido como ‘Jenga Tower’.

Esta disposición quebrada, que descompone la imagen habitual de edificio en altura, aprovecha sus plataformas en voladizo para generar una serie de balcones privados. Así, cada residente dispone de un espacio al aire libre con una perspectiva impresionante de todo el vecindario de Tribeca.

Flatiron Building

Cuando se completó en 1902, el Flatiron Building tenía 87 metros de altura. Sí, en aquel momento fue uno de los edificios más prominentes de Nueva York, pero su verdadera seña de identidad no se encuentra en su altura sino en su forma. O más bien, en la de su parcela: su apariencia triangular le otorga a esta construcción una presencia única en la intersección de Broadway con la Quinta Avenida.

Edificio Flatiron, el cual recibió su nombre a raíz de su peculiar forma.

De hecho, el rascacielos recibió coloquialmente el nombre de Flatiron por su forma de cuña, ya que se asemeja a una plancha de ropa. Esta curiosa disposición con forma de triángulo genera un efecto de viento que se puede apreciar en los alrededores, ya que el aire se canaliza y acelera alrededor del edificio. Un efecto con el que, seguramente, no contó su arquitecto a la hora de proyectarlo.

432 Park Avenue

Rafael Viñoly logró transformar el 423 de Park Avenue en un nuevo hito vertical de la ciudad. Su rascacielos de más de 425 metros de altura prometía ser el edificio residencial más alto del mundo, así como uno de los más lujosos. Pero su delgada y esbelta estructura está copando titulares debido a otras circunstancias.

El 423 de Park Avenue, uno de los rascacielos más altos de Nueva York.

Los enormes ventanales, que van desde el suelo hasta el techo y potencian unas increíbles vistas panorámicas, han pasado a un segundo plano. Al parecer, la fontanería del edificio sigue causando inundaciones en las viviendas y los ascensores se averían más de lo esperado, debido a los movimientos oscilantes que sufre la torre. Su esbeltez, sumada a la fuerza del viento, genera vibraciones que los sistemas de amortiguación no están siendo capaces de absorber.

En 2021, los residentes presentaron una demanda colectiva, ya que los ingenieros contratados por la administración del inmueble habían identificado un total de 1.500 errores de construcción.

One World Trade Center

El One World Trade Center es un símbolo de resiliencia y reconstrucción. Su presencia en el horizonte de Nueva York rinde homenaje a la memoria de aquellos que perdieron la vida en los ataques del 11 de septiembre de 2001.

Y no solo su presencia, porque la altura del edificio también es simbólica. Desde su base hasta el parapeto, el rascacielos mide lo mismo que las Torres Gemelas. Los 541 metros finales se alcanzan gracias a un mástil que lo corona y que incrementa su altura. La distancia en pies, desde su base hasta el punto más alto de la torre, coincide con el año de la Declaración de Independencia de los Estados Unidos: 1776.

Rascacielos One World Trade Center, un homenaje a las víctimas del 11-S.

Hotel Atracción

Y antes de acabar, la guinda del pastel: un fantástico rascacielos que no pudo ser, pero que habría cambiado por completo el skyline de la ciudad norteamericana. Porque si te hablo de Antoni Gaudí, seguramente asocies su nombre a la Sagrada Familia, el Park Güell o la Casa Batlló; sin saber que estuvo a punto de construir el edificio más alto del mundo en La Gran Manzana. El Hotel Atracción fue un encargo que recibió el arquitecto catalán, por parte de dos empresarios estadounidenses que querían dejar su rúbrica en el horizonte de Manhattan.

Fotomontaje del Hotel Atracción de Gaudí en Nueva York.

Y de qué manera. Contemplar un fotomontaje con la imagen del supuesto edificio de Gaudí, junto a otros grandes rascacielos de la ciudad, me hace plantearme si Nueva York estaba preparada para recibir semejante obra. 

Luis Lope de Toledo, arquitecto y comunicador.