Llevar un estilo de vida acelerado te influye en la manera en la que percibes el mundo. Cuando vas con prisas te pierdes muchas cosas. Por eso, romantizar la vida es dar importancia a los pequeños detalles. Te ayuda no solo a estar más presente, sino a otorgarle un valor y un significado más especial.
Por ejemplo, ¿cuándo fue la última vez que disfrutaste de un atardecer? ¿La última vez que lo viste de refilón y decidiste pararte para contemplarlo mejor? Como persona altamente sensible (PAS) reconozco que me es muy difícil no detenerme, me absorbe, pero soy consciente de que no es lo habitual a mi alrededor y no es solo por mi manera de sentir, sino por la manera en la que vivimos hoy en día.
Romantizar la vida es ver y vivir la vida de una manera más poética, artística y emocionalmente enriquecedora. Implica apreciar los pequeños detalles, encontrar belleza en lo cotidiano y crear momentos significativos en el día a día. Es como darle a tu vida un toque de «magia» y «encanto», similar a lo que podrías encontrar en una novela romántica o una película inspiradora.
Pero dejemos la teoría, ¡vamos con la práctica!
Cómo romantizar la vida
Antes que nada, debes tener muy presente que estos consejos son meramente orientativos, tan subjetivos como la belleza. Lo que para mí puede ser bonito, para ti quizás no significa nada. Por eso, también, te invito a que hagas un ejercicio de introspección. Tampoco debemos obsesionarnos, mucho menos compararnos y, por nada del mundo, idealizar nuestra vida romántica.
Ahora sí, para empezar a romantizar tu vida, aquí tienes algunos pasos que podrías considerar.
- Encuentra belleza en lo cotidiano: Observa las pequeñas cosas que te rodean y busca encontrar algo hermoso en ellas. Puede ser la forma en que la luz entra por la ventana o una conversación casual con un amigo.
- Crea rituales diarios: Establece pequeños rituales que te hagan feliz, como preparar tu café en una taza bonita o de una manera especial cada mañana, escribir tus quehaceres en una libreta o agenda que te guste para luego ir tachándolos o leer antes de dormir con una luz tenue o una vela.
- Haz de lo ordinario algo extraordinario: Por ejemplo, organiza una cena con temática especial en casa en lugar de salir a comer fuera.
- Conecta con la naturaleza: Pasa tiempo al aire libre, ya sea dando un paseo por el parque o simplemente observando las nubes, a la gente caminando o el cielo estrellado por las noches.
- Expresa gratitud: Lleva un diario de gratitud donde anotes las cosas por las que te sientes agradecido cada día. Además, este ejercicio ayuda a tu cerebro a darse cuenta de esas pequeñas cosas, ¡como ese semáforo en verde que evitó que pillaras una cola o llegaras tarde al trabajo!
- Escucha música que te mueva: Crea listas de reproducción que se sientan como la banda sonora de tu vida y escúchalas mientras realizas tus actividades diarias.
- Personaliza tu espacio: Decora tu habitación o lugar de trabajo con objetos que te inspiren: cuadros, citas motivadoras, fotografías de viajes, plantas, libros, velas…
- Viste de manera que te sientas especial: Usa ropa que te haga sentir como un personaje de tu historia favorita, incluso si es solo para estar en casa. Especialmente cuando tengas un día bajo de ánimos, verte bien al menos no te hará sentir peor.
- Cultiva la creatividad: Dedica tiempo a actividades creativas que te gusten, como dibujar, escribir o tocar un instrumento musical. ¡O aprende una nueva!
- Ten una cita contigo ya sea para ir a dar un paseo al parque, tomar un café o té en tu cafetería favorita, ver una película en el cine o darte un capricho yendo de compras
- Enciende velas: Más allá de su aroma, las velas hacen de cualquier espacio uno más relajado y acogedor. ¡Mira los daneses, cada año consumen 6 kilos de vera según Meik Wiking! Normal que sean los autores del ‘Hygge’. Así que enciende una vela para desayunar, trabajar, estudiar, leer un libro, escribir…
- Rodeate de lo que amas: Ya sean personas, mascotas, plantas o colecciones, asegúrate de que tu entorno refleje las cosas que te hacen feliz.
- Comprate un ramo de flores que te guste y colócalas en un jarrón bonito en el que puedas verlas. También puedes aplicar esto a las plantas.
- Empieza y termina el día con tu rutina de skincare. Más allá de cuidar tu piel, se trata de dedicarte unos minutos para ti. Además, la mayoría de los productos de belleza suelen tener aromas agradables que potencian la experiencia.
Recuerda que romantizar tu vida es un proceso personal y único. Lo importante es que encuentres lo que te hace sentir vivo y apasionado, y que incorpores estos elementos en tu día a día.
Cuidado con la letra pequeña de romantizar la vida
Es importante que tengas presente que romantizar tu vida no hará que los problemas desaparezcan. Por lo que no recurras a este “método” para escapar de emociones negativas, al revés, ayúdate de él para canalizarlas y transitar por ellas. ¡Nada como encender una vela para escribir cómo nos sentimos!
Asimismo, evita llevarlo a cabo con el mero fin de crear una imagen idílica, “aesthetic” o romántica en redes sociales. Hazlo por ti y por tu bienestar, olvídate de Instagram y TikTok. También evita consumir contenido que te haga tener expectativas poco realistas.
Quizás tú no puedes dedicar la mañana a hacer ejercicio, tu skincare con Gua Sha incluida y tomarte un té mientras lees un libro. Quizás solo tienes tiempo para una cosa o para ninguna. Define tus tiempos de manera realista, no te compares.
Encuentra un equilibrio entre apreciar la belleza de la vida y mantener una perspectiva realista y saludable. Disfrutar de los momentos y crear experiencias significativas es importante, pero también lo es reconocer y abordar los desafíos de la vida con los pies en la tierra.
¿Y tú, te animas a romantizar la vida para darle valor a los pequeños detalles?
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Devo López