El Puente de Bizkaia celebra su 130 aniversario. Una maravilla de la ingeniería creada para unir las localidades de Getxo y Portugalete separadas por el río Nervión. Una obra que hizo historia dentro y fuera de nuestro país: fue el primer puente transbordador del mundo.
Como te podrás imaginar su construcción no fue sencilla, pero valió la pena. Hoy, más allá de ser un medio de transporte habitual e indispensable de esta zona costera, es el orgullo de toda Euskadi.
En este artículo, te revelamos los secretos y curiosidades sobre el fascinante Puente de Bizkaia.
El primer puente transbordador del mundo
A finales del siglo XIX, el País Vasco continuaba siendo un referente español en lo que a comercio y a industria se refería. En concreto, a las orillas de Getxo y Portugalete se encontraban algunos de los astilleros más importantes del país, así como importantes fábricas de vidrio, explosivos y metales, etc.
Motivos que inspiraron el proyecto de construcción del Puente de Bizkaia, pues a la necesidad de unir Getxo y Portugalete, se unió la condición de que era crucial no interrumpir el tráfico marítimo del Nervión.
Y así fue como se creó el primer puente transbordador del mundo. Los responsables del diseño y de su ejecución fueron el arquitecto Alberto de Palacio y el ingeniero Ferdinand Arnodin, respectivamente.
¿Sabías que Ferdinand trabajó con el creador de la famosa Torre Eiffel? Una curiosidad que, sin duda, se puede intuir al ver el estilo y acabado del Puente de Bizkaia. Otro detalle es que solo se tardaron tres años en concluirlo, y eso que mide 45 metros de alto y 160 metros de largo.
Orgullo de Euskadi y Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO
El ingenio del Puente de Bizkaia sorprendió incluso a la UNESCO quien, en el año 2006, lo declaró Patrimonio de la Humanidad. El organismo internacional lo consideró una de las mejores construcciones de la Revolución Industrial en Europa y destacó el uso “innovador” de los cables de acero ligero trenzado.
Fue así como Euskadi recibió su primer reconocimiento de este tipo, ¡y no es para menos! Es una obra que combina la belleza estética con la funcionalidad, y que refleja la historia del País Vasco. De hecho, sirvió de modelo para otros puentes similares en Europa, África y América.
Y si te preguntas si es posible cruzarlo o subirte a su barquilla… ¡Por supuesto! Es un imprescindible si visitas Bilbao.
Recorre el Puente de Bizkaia en la barquilla o a pie
Hay dos formas de disfrutar del Puente de Bizkaia: desde la pasarela peatonal y abordo de la barquilla.
El caso de la pasarela, se encuentra a unos 50 metros de altura y se instaló a finales de los años 90 junto a unos ascensores que facilitan su acceso. Como te podrás imaginar, las vistas hacia la ría y el puerto son preciosas. Nos recuerda mucho al Puente de Luis I en Oporto.
Desde la pasarela también se puede ver de cerca el mecanismo de la barquilla, que transporta vehículos y personas de un lado a otro del puente gracias a unos cables de acero que sostienen la plataforma mientras se desplaza por los carriles ubicados en el puente.
La barquilla es capaz de cruzar el río en un minuto y medio y transportar aproximadamente 6 coches y 280 personas. Además, funciona las 24 horas durante los 365 días del año. Al fin y al cabo, se trata de un medio de transporte fundamental para los habitantes de Getxo y Portugalete.
Respecto a las tarifas son las siguientes, según la página oficial del Puente de Bizkaia:
- Peatones: 0,50 € en horario ordinario (de 5:00 h. a 22:00 h.), 0,75 € en horario extendido (de 22:00 h. a 24:00 h.) y 1,70 € en horario especial (de 24:00 h. a 5:00 h.).
- Ciclos: 0,90 € para una bicicleta con conductor, bicicleta eléctrica o patinete eléctrico; y 1,00 € para una bicicleta con motor, con o sin pedales; motocicletas y sidecars sin conductor.
- Automóviles: 1,70 € para un automóvil vacío y sin conductor.
Para los más atrevidos, quizás os interese saber que el Puente de Bizkaia ofrece la posibilidad de practicar “goming”. Se trata de una actividad que consiste en lanzarse desde el puente con una cuerda elástica atada a los pies. Una experiencia única.
Si no quieres un subidón de adrenalina, te recomendamos, como mínimo, verlo desde la orilla. ¡Es maravilloso e hipnótico!