¿Realmente influye el cambio de estación en nuestro estado de ánimo? ¿Somos más felices en primavera y verano? Lo cierto es que hay personas que, con la llegada del otoño y el invierno, tienden a sufrir episodios de depresión estacional. Es lo que se conoce como Trastorno Afectivo Estacional (TAE).
Se trata de un trastorno en el estado de ánimo con una prevalencia de entre el 1-10% de la población, con una incidencia mayor en mujeres y que aparece en torno a los 20-35 años.
Es muy habitual en los países nórdicos, pues durante la mitad del año se ven obligados a vivir con pocas o casi ninguna hora de sol. No obstante, también se da en otras partes del mundo, inclusive en España, aunque en menor medida.
¿Y cómo podemos saber si nosotros o algún familiar, pareja o amigo sufre un TAE? De la mano de Patricia Fernández, psicóloga del equipo de Somos Estupendas, a continuación, profundizamos en las dudas más frecuentes relacionadas con la sintomatología, diagnóstico y tratamiento.
TAE o cuando el otoño es sinónimo de ansiedad, tristeza e irritabilidad
Es un hecho que, con la llegada del otoño y el cambio de hora, los días parecen volverse más cortos y monótonos. Entramos a trabajar o vamos a la Universidad con el amanecer y regresamos a casa con el atardecer. Además, por lo general, el clima suele ser más frío y lluvioso.
Sin duda, se nos dibuja un cuadro un tanto grisáceo, pero ese contexto no hace que todos suframos un episodio de depresión. Por eso, lo primero que debes de tener presente para saber si sufres o no un trastorno afectivo estacional es, precisamente, la fecha o época del año en la que empiezas a sentir que algo no va bien.
En palabras de Fernández: “Dentro de los cambios emocionales que puede tener la persona hay quienes cursan con episodios depresivos que, característicamente, siguen un patrón estacional. Dicho patrón estacional concuerda con presentar sintomatología durante el invierno y una asintomatología en primavera o verano”.
Los 7 síntomas más frecuentes del trastorno afectivo estacional
Ahora que tenemos claro que el trastorno afectivo estacional se caracteriza por alterar nuestro estado de ánimo con la llegada del otoño y el invierno, veamos cuáles son los 7 síntomas más frecuentes.
– Sintomatología ansiosa
– Irritabilidad y sensación de incomprensión
– Anhedonia
– Dificultad para concentrarse y mantener la atención
– Alteraciones en el sueño y apetito
– Disminución de la líbido
– Etc.
No obstante, Patricia nos recalca que si bien cada persona puede presentar una u otra sintomatología, “en todas las que lo padecen suceden habitualmente en invierno y se pasan en primavera”.
¿Cómo se diagnostica el TAE?
Si, a medida que has ido leyendo, en tu mente has ido haciendo “check”, quizás te estés preguntando… “Vale, ¿y cómo sé con seguridad si tengo TAE? ¿Cómo se diagnostica”.
Pues bien, hemos trasladado estas preguntas a la psicóloga de Somos Estupendas y esta ha sido su respuesta:
“El TAE se diagnostica de la misma manera que se hace con el resto de patologías. El profesional en cuestión tras una evaluación y valoración inicial a nivel clínico se hace unas hipótesis que, después tendrá que ir contrastando para ver su veracidad o no. Si una de esas hipótesis es la presencia de un trastorno recurrimos a poder hacer un cribado pasando pruebas psicométricas complementarias que nos ayuden a afinar y a concretar con los criterios que nuestro Manual DSM V específica para el cumplimiento del diagnóstico o no”.
¿Y cuáles son esos criterios para diagnosticar el TAE que tienen en cuenta los profesionales como Patricia? Te los dejamos a continuación:
A. Ha habido una relación temporal regular entre el inicio de los episodios de depresión mayor en el trastorno de depresión mayor y un momento del año particular (por ej en otoño o invierno).
B. Las remisiones totales (o un cambio de depresión mayor a manía o hipomanía) también se producen en un momento del año característico (por ej la depresión desaparece en primavera).
C. En los últimos dos años se han producido dos episodios de depresión mayor que demuestran la relación estacional definida más arriba y episodios de depresión mayor no estacional durante el mismo periodo.
D. El número de episodios de depresión mayor estacionales supera notablemente el de episodios de depresión mayor no estacionales que pueden haber sucedido a lo largo de la vida del individuo.
¿Y si es mi pareja/familiar/amigo quien tiene TAE?
Quizás leyendo este artículo no te has sentido identificado, pero sí te ha venido a la mente tu pareja, un familiar o un/a amigo/a. De hecho, es habitual que sea el entorno más cercano el que se percate del factor “estacionalidad”.
“Es llegar el otoño y ves que pasa más tiempo en casa, no le apetece hacer planes, lo notas bajo de ánimos y más irritado, apenas queda con amigos, es difícil sacarle conversación. Sin embargo, con la primavera y el verano parece otra persona”, nos explica María refiriéndose a su marido.
En esos momentos, en los que los episodios se intensifican, el papel del entorno es muy importante. Por lo que si te gustaría saber cómo ayudar a una persona con depresión, te recomendamos que te informes con profesionales o hables con su terapeuta.
Acompañar, apoyar y empatizar.
Un trastorno, como muchos tantos, multifactorial
No existe una causa clara del TAE pues, como en muchos de los trastornos, es multifactorial. Sin embargo, Fernández nos comenta que “tras numerosos estudios”, se han detectado las siguientes causalidades:
– La personalidad siendo que los pacientes con TAE son más tendentes a tener rasgos introvertidos y mayor grado de rigidez/tozudez
– La genética, viendo que intervienen diversos neurotransmisores: serotonina, noradrenalina, dopamina, melatonina… y es un factor influyente ya que los pacientes que tienen TAE, tienen también familiares con ello.
– Factores ambientales como el clima, la luz y las horas diurnas o los cambios y fases que se tienen en las estaciones
– Así como factores sociales e individuales en los que incluiríamos los ritmos de vida y los hábitos de la misma.
¿Existe tratamiento para el TAE?
Para tratar el TAE existen varias opciones, todas ellas complementarias las unas de las otras. Por un lado, tenemos la terapia lumínica o fototerapia que consiste en la “exposición del paciente de una manera gradual a la luz” para favorecer la producción de melatonina.
Patricia Fernández nos explica que el procedimiento que se sigue en la terapia de la luz es el siguiente:
“La dosis inicial de administración debe ser de 15-20 min al día y gradualmente ir aumentando hasta 30-45 min de exposición a 10000 lux (unidad photométrica). La duración del tratamiento media debe ser de unas 2-4 semanas, ya que el efecto antidepresivo pleno de la fototerapia tarda unas 3 semanas en aparecer”.
Otro tratamiento que es opcional, pero muy recomendable por el impacto que puede tener en su día a día es la psicoterapia. Gracias a ella, la persona con TAE puede adquirir “herramientas y pautas que le ayuden a mejorar su calidad de vida”.
Por último, la farmacología, en concreto, los ISRS siendo “la floxetina la utilizada por excelencia”, afirma Fernández.
Presta especial atención a tu alimentación y estilo de vida
El primer paso para aprender a vivir con un trastorno es aceptarlo, tener conciencia sobre él y conocerse muy bien. Esto es fundamental, tanto para la propia persona como para el terapeuta que lo esté tratando.
“No todas las personas responden de la misma manera por lo que es necesario no pecar de ser generalistas sino hacer hincapié en un buen tratamiento y pautas específicamente para cada persona”, recalca la psicóloga de Somos Estupendas.
De hecho, ella misma ha observado cómo los pacientes mejoran cuando prestan especial atención a su alimentación y estilo de vida. Comer saludable y equilibrado, realizar ejercicio físico y evitar espacios con mala iluminación son cuestiones básicas, pero fundamentales para una persona con TAE.
No esperes a que se cronifique, pide ayuda
Como cualquier trastorno, nuestra psicóloga nos recuerda la importancia de “buscar ayuda cuando hay una sospecha”. Es más, hace hincapié en dar el paso cuanto antes.
“No esperar a un momento en concreto para pedir ayuda. Si sientes o te cuestionas el hacerlo, es el momento”.
De lo contrario, “aplazar el pedir ayuda “para ver si se pasa” no solo hace que no se pase, sino que se tienda a cronificar”, asevera.
Así que, ya sabes, ante la menor duda o incomodidad, ¡pide ayuda!
Agradecemos a Patricia Fernández, psicóloga de Somos Estupendas, por ayudarnos a resolver las dudas más frecuentes sobre el trastorno afectivo estacional. Esperamos que, si te has sentido identificado/a, este artículo te haya servido y animado a acudir a un profesional de la salud mental.
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Devo López