Vecino a Madagascar, se esconde un pequeño país insular consolidado como uno de los destinos paradisíacos y más exclusivos del mundo: Isla Mauricio.

Su exuberante vegetación; el abrupto relieve marcado por su geología volcánica; la costa predominante de playas de arena blanca y aguas cristalinas, arrecifes y accidentes geográficos junto a su clima tropical, con temperaturas estables todo el año, hacen de Isla Mauricio el destino soñado, si no por todos,por muchos. ¡Y qué decir de su cultura y gastronomía!

Pocos lugares en el mundo albergan la vida, diversidad y paz que posee Mauricio, aunque no siempre fue así. 

Conocer el pasado te permite comprender el presente

Lo primero que debes saber sobre la historia de Isla Mauricio es que estuvo deshabitada hasta finales del siglo XVI. Aunque las tribus malayas, los árabes y los portugueses tenían constancia sobre su existencia, ninguno la llegó a ocupar. 

Fue en 1598, cuando los holandeses establecieron el primer asentamiento y la llamaron “Mauritius”, en honor al Príncipe de Nassau. Con la llegada de los civiles, todo cambió. La isla dejó de ser una tierra virgen para convertirse en una de las principales colonias exportadoras de azúcar de caña. 

Pero los holandeses no solo extraían materias primas de la isla, también importaban semillas, frutas y animales que hicieron desaparecer especies locales como el “dodo”, un ave no voladora endémica de Mauricio.

Tras más de un siglo de expolio, la fuerza de la naturaleza y el clima acabó “venciendo” a los holandeses que, en 1710, abandonaron definitivamente la isla. Unos motivos que, lejos de ahuyentar a los franceses, los animaron a conquistarla cinco años más tarde. La Île de France, como pasó a ser llamada, revalidó su figura como enclave comercial gracias a la construcción de un puerto que dio nombre a la actual capital de Mauricio: Port Louis.

Asimismo, continuaron con el cultivo y exportación del azúcar de caña explotando esclavos provenientes de África, India, Oceanía y Europa. Un hecho que marcó para siempre su historia.

En 1814, la derrota de Napoleón frente a Gran Bretaña trajo consigo la pérdida de esta colonia. Bajo el mandato de los ingleses, la prosperidad y los derechos humanos comenzaron a ser una realidad. 

En 1835, la esclavitud fue abolida. Aunque el verdadero triunfo vendría 150 años más tarde. El 12 de marzo de 1968, la isla de Mauricio obtiene su independencia. 

Todo comienza en Port Louis

Fruto de ese pasado hoy la isla de Mauricio está habitada por una sociedad plurireligiosa, multicultural y respetuosa. Un claro ejemplo de ello es su capital, Port Louis, una ciudad vibrante y cosmopolita, donde se mezclan las cuatro civilizaciones más grandes del mundo: África, Europa, Asia y China.

La mejor forma de descubrirlo es visitando el centro. Recorriendo sus calles es posible ver construcciones medievales como el fuerte de Citadelle o las ruinas del edificio Aapravasi Ghat, declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO. Este último, se construyó en la época de los británicos para un “experimento”: utilizar trabajadores libres en vez de esclavos. Así llegaron desde la India casi medio millón de personas “contratadas” para trabajar en la caña de azúcar. Es por ello que, en la actualidad, el 60% de la población de la isla es hindú.

Lo que nos lleva a los edificios religiosos, ¿sabías que en Mauricio coexisten casi 30 religiones diferentes? Ninguna es superior a otra y todas se respetan por igual. En su capital podemos ver una mezquita, la de Jummah (la más importante del país), una catedral católica, la de San Luis, o un enorme templo hindú, Sockalingum Meenatchee Ammen Kovil, entre otros.

Si prefieres descubrir su multiculturalidad a través de la comida, el mejor lugar para ello es el Mercado Central. Lo encontrarás entre la marina del puerto de Port Louis, el Caudan Waterfront, y el Barrio Chino. Otras dos localizaciones imprescindibles. 

Pero volviendo a la gastronomía, en su mercado verás cómo es el día a día de los mauricianos, escucharás mínimo 3 idiomas diferentes y sentirás que has dado la vuelta al mundo en apenas unos minutos. El aroma de las especias se entremezclan con el olor a crêpe y otros platos tradicionales como roti, farata, samoussa, oundé, rougaille…

Si quieres saber más sobre las influencias y la historia del país, te recomendamos visitar el Museo de la Fotografía, el de Correos y el de Historia Natural.

Mucho más que Port Louis

Podríamos decir que lo mejor de Mauricio te espera fuera de la capital, aunque no muy lejos. En el norte, a unos 20 minutos en coche desde el mercado está el Jardín Botánico Sir Seewoosagur Ramgoolam de Pamplemousses, en homenaje al padre de la independencia del país. 

Cuenta con una impresionante colección de más de 600 especies de plantas y árboles venidos de todas partes del mundo. En Pamplemousses podrás ver 80 tipos diferentes de palmeras, la flor de loto, el Laurel de las Antillas, las Litchis de la Conchinchina, el alcanforero de China, el árbol de pan de Filipinas, el Jackfruit, entre otros. 

Aunque lo que más llama la atención es el estanque de nenúfares gigantes de la Amazonía y su flor. ¿Sabías que el primer día son blancas, el segundo rosadas y al siguiente se mueren? Sin duda, vale la pena conocerlo. 

Muy cerca del jardín botánico, se encuentra la antigua fábrica de azúcar L’Aventure du Sucre. En 1999 abrió sus puertas reconvertida en museo con el fin de mostrar el proceso de plantación de la caña, la creación del azúcar, la destilación de rones y mucho más. 

Cap Malheureux y la Iglesia Roja

También en el norte, se ubica la localidad de Cap Malheureux (cabeza malhumorada, en español) famosa por su Iglesia Roja dedicada a Notre Dame Auxiliatrice cuyo color rojizo contrasta con el mar turquesa y el cielo azul. Se construyó en 1938 en honor a la Virgen María y, por su belleza, hasta ella acuden las parejas para celebrar su boda.

Las playas son otro de los motivos por los que visitar esta parte de la isla. Las impresionantes aguas turquesas cristalinas y la arena dorada de Anse La Raie Beach, Pereybere y Mont Choisy te esperan. Además, desde aquí parten varias excursiones para visitar otras islas paradisíacas menores como Île aux Cocos.

Un paraíso natural rodeado por arrecifes de coral: Le Morne Brabant

Nos vamos al lado opuesto para mostrarte su lado más paradisíaco y salvaje. El sur del país ofrece una gran variedad de atractivos para los amantes del mar y la montaña. Desde playas de arena blanca, aguas turquesas y arrecifes hasta volcanes dormidos, cascadas vertiginosas y frondosos bosques tropicales. 

Elegir por dónde empezar no es sencillo, pero lo más lógico es hacerlo por la icónica y fotogénica península de “Le Morne Brabant”. Su principal reclamo salta a la vista: una montaña de 556 metros de altura. De hecho, la verás desde el avión cuando ya estés cerca de la isla. Declarada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en 2008, Le Morne fue reconocida, más que por su belleza, por haber sido un refugio para los esclavos fugitivos en el siglo XVIII.

A sus pies, se esconde el precioso pueblo costero de Morne Brabant con varios resorts de lujo y las mejores vistas a la montaña y al inmenso arrecife de coral que rodea y protege a Mauricio. ¿Sabías que, gracias a él, la isla rara vez es frecuentada por tiburones o medusas? Esto hace que sus aguas sean especialmente seguras. Todo lo contrario a lo que sucede en la isla vecina, Reunión. 

Así que si te gusta el buceo o el snorkel, ¡no dudes en contratar una excursión! Lo mismo si te apasionan otros deportes acuáticos como el kitesurf y el windsurf ya que es una zona acariciada por el viento con frecuencia.

La cascada submarina

Frente a la península de Brabant tiene lugar un fenómeno natural impresionante que solo es visible desde las alturas: la catarata o cascada submarina de la Isla Mauricio. 

Lejos de ser literalmente lo que a simple vista parece ser… (atención spoiler) se trata de una ilusión óptica. ¿Cómo es posible? El responsable es un accidente geográfico único que, a través de las fuertes corrientes marinas, los sedimentos de arena y limo se mueven constantemente creando este efecto tan sorprendente.

Corazón de volcanes y colores

Adentrándonos en el interior de la isla, no muy lejos de la península de Brabant está el Valle de los Siete Colores. Una formación geológica protegida de origen volcánico que debe su nombre a los tonos ocre, rojo, amarillo, verde, violeta, azul y púrpura que tiñen su superficie. La belleza del paisaje, sin duda, nos recuerda a las Montañas del Perú. 

A 300 metros de la Tierra de los Siete Colores está la Cascada de Chamarel: una espectacular caída de agua de unos 100 m. rodeada de un exuberante bosque. También en esta zona hay tortugas gigantes originarias de Aldabra, en las Seychelles, con 150 años de edad. Aunque lo mejor será que visites la Reserva Natural de La Vanille y el Parque Natural de Aventura Casela. 

Siguiendo con los volcanes, el cráter de Trou aux Cerfs es otro de los más famosos. Solo erupcionó una vez hace 700.000 años. Por lo que, en la actualidad, está bordeado por un frondoso bosque que puede recorrerse siguiendo un sendero. Aunque si eres amante del trekking, tu lugar favorito será el Parque Nacional de Black River Gorges. Es el más grande del país y en él hay más de 300 plantas y 8 especies de aves endémicas. 

¿Imprescindibles del lugar? ¡Apunta! La montaña Pintón de la Petite Rivière Noire, las Cascadas Alexandra y el Grand Bassin. Este último, no pertenece al parque pero está justo al lado. Formado en un cráter, el lago Grand Bassin Ganga Talao es el lugar hindú más sagrado de Mauricio donde se rinde culto al dios Shiva. 

El Parque Marino de Blue-Bay

No podíamos abandonar Isla Mauricio sin nadar por última vez en sus aguas, ¡y qué mejor despedida que en el Parque Marino de Blue-Bay! Es el punto más próximo al arrecife, motivo por el que, sus playas y calas con colores imposibles de describir, fueron protegidas.

A pesar de ser una bahía pequeña y muy cerrada, en Blue Bay encontramos grandes grupos de corales ramificados y tabulares y enormes bancos de peces como cirujanos, loros, ídolos moro… Sin duda, un lugar de ensueño para practicar snorkel y despedirnos de Mauricio, una isla desconocida e inolvidable a partes iguales. 

Deberías saber…

  • Para los residentes en Europa, no es necesario tramitar visado. Bastará con tener el pasaporte en regla.
  • La moneda oficial es la rupia mauriciana, aunque se puede pagar con tarjeta de crédito en la mayoría de los comercios.
  • El inglés es el idioma oficial y, prácticamente, todo el mundo lo habla, pero es más habitual entre los locales hablar en francés o en criollo mauriciano.
  • La mejor época para visitar la isla es desde mayo hasta octubre.
Devo López