Barra libre de Medusas
María, Paquita y Antonia. No son los nombres de mis tías de Málaga. María, Paquita y Antonia son como cariñosamente llamamos en la familia a cada una de las medusas que, para nuestra desgracia, nos han acompañado este verano en Marbella.
La Costa del Sol ha contemplado atónita cómo miles de medusas se acercaban a sus playas de manera invasiva. Darse un chapuzón en esta parte del Mediterráneo ha sido tan arriesgado como caminar dos pasos con los tacones que Daniella Semaan, mujer de Cesc Fabrègas, lució en la esperpéntica fiesta de su boda a finales de julio.
Por culpa de estos celentéreos de cuerpo gelatinoso (las medusas, no Daniella ni Cesc) volvemos de vacaciones con más chepa y algún que otro tirón de cuello de tanto inclinar la cabeza para vigilar que nuestros pies no sufrieran el zarpazo eléctrico de una María, una Paquita o una Antonia.
Mientras los bañistas esquivaban los tentáculos más instragrameados del verano, los quioscos playeros se anotaron récords de ventas en redes de pesca, muy útiles para la práctica en familia del “jellyfishing”, considerado ya por la Junta de Andalucía nuevo deporte olímpico.
Las cartas de los chiringuitos incluían entre sus platos del día medusa a la plancha, medusa a la espalda, medusa a la sal… hasta medusa a la roteña. Se nos fue Ronaldo y llegaron las medusas. Llegó Courtois y no se fueron las medusas. Hubo tardes en las que era tal la concentración de medusas en la orilla que llegué a pensar que estaban allí para protestar por las licencias de Uber y Cabify, por el máster de Pablo Casado o por el nuevo empleo de Begoña Gómez, nuestra primera dama.
Flotaban las medusas mañana y tarde y flotaba una pregunta en el contaminado ambiente playero: ¿quién ha tenido la culpa de este acercamiento “medusil”? Pedro Sánchez está claro que no, porque el presidente es más de acercar presos de ETA, cuyas picaduras, por desgracia, no se borran con el tiempo. ¿Habrá sido Salvini? ¿Habrá incluido “el Trump italiano” a las medusas en su agresiva política migratoria? ¿Las lluvias y las fuertes rachas de viento de los últimos meses? Nadie lo sabe a ciencia cierta. Este verano en la Costa del Sol los baños relajantes en el mar han brillado por su ausencia. Lo único brillante de la temporada estival ha sido la solapa del tuxedó de Cesc. Vaya tela. El próximo año veraneo en Canarias.
Federico de Juan, @fede_dejuan