No una, sino dos referencias a ella en la última semana a través de la newsletter diaria de Vogue hicieron que en el ratito libre de la última hora del domingo me sentara a verla. Soy fiel asidua a Netflix, devoro las series en cuanto mis otros quehaceres me lo permiten y el rollo de las mini series me tiene enganchada, pero no.

Después de ver el primer capítulo me siento frente a la pantalla del ordenador y recapacito, ¿en serio? ¿Realmente nos gusta esto? No coincidir con lo que los titulares de Vogue indican me hizo consultar otros titulares. Sí, realmente gusta eso. Pero… ¿no habíamos quedado en que la soberbia y prepotencia de Risto Mejide no iba con nosotros? Bueno, con la mayoría de vosotros (lo cierto es que a mí antes me gustaba más que ahora).

Ni un solo titular que me reafirme, ni una sola valoración negativa.

Pues a mí los 30 minutos del primer capítulo se me hicieron algo largos por no decir eternos. ¿Me tiene que gustar esa señora porque es/fue escritora, la dirige Scorsesse en medio de una risita adolescente que no comprendo y fue la elegida, allá por los años 70, por Andy Warhol? ¿Me tiene que gustar ese documental egocéntrico a modo de serie porque se vale de la historia y el presente de una ciudad que me gusta tanto como Nueva York?

Valerse de típicos tópicos, sin sentido en boca de verdaderos neoyorquinos, me hacen dudar. ¿Solo ha visto Nueva York «vacía» durante la resolución del juicio de O.J Simpson y las horas previas al ataque del 11-S? Pues será que los 1 de enero o días de acción de gracias los pasa en otro lugar…

Sin duda, lo mejor del primer capítulo, la fotografía que recoge a David Bowie y su tocayo, David Johansen (New York Dolls) en el mítico Max´s Kansas City. Sin duda, lo mejor de la «mini serie» las imágenes en blanco y negro de una ciudad de Nueva York que ya nunca veremos.

David Johansen y David Bowie en el Max’s Kansas City, Nueva York, 1974.

Jugar a las cartas con Nueva York como «as bajo la manga» no es una victoria completa por mucho que venga de la mano de Netflix y Scorsesse.

Paola Bonilla