Y casi sin darnos cuenta, tras un largo verano… llegó la navidad. Una época vivida por los niños con mucha ilusión, diversión y felicidad. Sin embargo, para algunos adultos se trata de una fecha como otra cualquiera.

Por lo general, las imágenes que nos regala la navidad son de situaciones agradables que nos conectan con el amor, la ternura, pero también con la nostalgia y la tristeza. Y es que, en cada persona se manifiesta de manera diferente. La navidad es una época que nos une con anclajes muy profundos y fuertes, sabores de mamá, platos que preparaba la abuela y manjares que traía papá, entre muchísimos otros. Y claro, “los sentidos activan nuestras emociones”. Es también la época en la que participamos en más dinámicas sociales y esto nos puede llevar a cambios en nosotros mismos, cambios de humor, pérdida del apetito, comer en exceso, gastar más de la cuenta, disminuir el tiempo que nos dedicamos, además de ser un acicate emocional para quien ha sufrido una pérdida recientemente.

La navidad es una fase con una gran carga emocional y sentimental. Pero… ¿les puedo decir algo? Permítanse sentirlo, no como algo malo o bueno, sino como algo que forma parte de nuestra historia, de nuestros genes. No intentemos taponar emociones con acciones ficticias que no solucionarán ni aliviarán la situación a largo plazo.

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¿Cómo podemos hacerlo? Sin dietas, sin metas a largo plazo, sin excluir alimentos que realmente nos apetece comer, sin castigos, pero SÍ con la facultad que tenemos para guiarnos en la vida práctica, el sentido común. Hemos aprendido a usar la comida como un bálsamo emocional para sentirnos mejor en un mal momento, sabiendo que no nos soluciona el problema en sí, pero nos ayuda a estar mejor durante un tiempo determinado. Si lo que queremos es dejar de sentirnos mal, vamos a tener que hacernos cargo nosotros mismos de regular esas emociones y no dejarle esa tarea a los `dulces´.

En esta época tenemos muchísima comida a nuestra disposición, pero ¿cómo podemos evitar subir de peso? El truco siempre está en la cantidad y no en la variedad. Si seguimos haciendo 5 comidas al día, no llegaremos con tanta hambre a esa reunión de antiguos alumnos ni a la comida de empresa, pudiendo así ponernos un plato variado y apetitoso, en una cantidad considerada. ¡No te prives de probar todo lo que te apetezca! Dejar de almorzar y merendar porque tenemos una cena de este tipo nunca es una opción. Llegaremos con mucha hambre, comeremos en exceso y estaremos haciendo trabajar hasta el agotamiento a nuestro sistema digestivo, manifestándose en muchos casos síntomas de acidez, digestiones pesadas, regurgitaciones, flatulencias y dolor de estómago. Priorizar lo vegetal incluso en platos principales es una de mis herramientas favoritas, así no nos olvidamos de las verduras, hortalizas y legumbres cumpliendo los aportes de nutrientes necesarios y llegamos al segundo plato con menos hambre pero no con menos ganas. Llevarnos la fiambrera al trabajo para evitar hacer más comidas fuera de las que ya hay en navidad. Llevar encima tentempiés como, por ejemplo, frutos secos y una pieza de fruta para evitar llegar a las comidas principales con tanta hambre. Ésta es la mejor forma de compensar lo que comemos durante una época de excesos.

Evitar las bebidas alcohólicas no es un consejo práctico para estas fechas, por lo que prefiero explicar cómo compensar los excesos alcohólicos. El alcohol nos aporta una caloría conocida como vacía, sin aporte nutricional alguno. Beber agua después de beber alcohol, se convierte en una herramienta eficaz para depurar el alcohol presente en la sangre y la eliminación de su principal metabolito neurotóxico, el acetaldehído, responsable de los efectos de la resaca. Evitar las bebidas azucaradas en mayor medida, dejando ambas para los momentos de reuniones, brindis y fiestas. ¡Consejo! Una fantástica opción para combinar con una buena hidratación es hacernos habitualmente batidos que contengan frutas y verduras y así asegurarnos de ingerir más raciones de estos alimentos diariamente.

Otra herramienta de compensación a usar debería ser el ejercicio físico de manera habitual, si ya lo realizas te invito a que aumentes el tiempo del mismo durante este período navideño. Si no eres regular, es un buen momento para empezar caminando 30 minutos al menos tres veces a la semana. De esta manera favorecemos la eliminación de toxinas y la movilización de las grasas evitando que se acumulen.

Como aporte final, la toma de conciencia es crucial. Hacer balance de lo que hemos comido y contabilizar las veces que nos saltamos los hábitos saludables en el día a día, porque es ésa la única manera de poder aplicar el método de compensación para no subir de peso y, sobre todo, para mantener un estado saludable. La compensación no es más que permanecer dentro de lo habitual el mayor tiempo posible durante las semanas de diciembre y enero, donde nuestra rutina se ve alterada.

Sin duda alguna, sé conscientemente que no es tan difícil llevar a cabo estas pautas. Todos somos capaces de ponerlo en práctica, por lo cuál les animo a ello, ya que sumamos salud al hacerlo.

Les deseo unas felices fiestas, en compañía de las personas que más les aporten felicidad, en un entorno que influya notablemente para bien en vuestras vidas.

Ríe, ama, sueña, disfruta, ilusiónate y emociónate.

¡FELIZ NAVIDAD!

Lucía Corominas (coach nutricional)