Casa de nueva planta volcada al patio ajardinado interior con un espacio de triple altura que actúa como filtro y transición entre interior y exterior y que se convierte en el centro de la casa.
Las plantas se fraccionan en dos alturas, la primera crujía más alta y la segunda unos peldaños más baja, de forma que la escalera asciende de forjado en forjado, cambiando de trazado y enroscándose sobre sí misma.
Las habitaciones (espacios personales y cerrados) se sitúan en la primera crujía mientras que los espacios comunes (estudios, salas de juegos y baños) se sitúan en la segunda crujía y son abiertos al espacio central.
La construcción desmenuza los elementos constructivos para que cada uno de ellos sea un instrumento de expresión. Sus vigas metálicas realizadas con perfiles UPN se sueldan lateralmente a los pilares, lo que permite acometer varias vigas con diferentes ángulos y a diferentes alturas a un mismo pilar.
Los forjados se descomponen en vigas metálicas, viguetas de madera apoyadas sobre éstas y tablero cerámico con capa de compresión. Cada uno de estos elementos tiene sus reglas, posibilidades y limitaciones… ¡y ahí comienza el juego!
La vegetación da un paso y se cuela en el interior, ocupa el espacio central y todo, escaleras, pasarelas y espacios abiertos, gira en espiral a su alrededor. El bambú como epicentro.
Casas llenas de vida, donde lo natural forma parte de lo doméstico.
Arquitectos: Arturo Sanz y Fran López.
Constructor: Salvador Malaguilla.
Aparejador: Julia Fernández Sorókina.
Paisajismo: Gustavo Marina.
Carpintería exterior: Fuster Alonso.
Carpintería interior: Muycarp.
Cerrajería metálica: Imaltra.
Fotografía: María Mira.