En una isla paradisíaca, cinco parejas ponen prueba la solidez de su relación. En una parte de la isla, cinco chicas conviven con diez hombretones con tableta de serie. En la otra parte, sus cinco parejas comparten villa con diez mujeres con cuerpo esculpido a conciencia. Es “La Isla de las tentaciones” y todo lo que allí sucede SE GRABA. A través de un iPad (sí, curiosamente la tecnología de la manzana mordida) ellas y ellos podrán ver el comportamiento que está teniendo sus parejas. Las preguntas no cesan de un lado a otro de la isla. ¿Me será fiel?, ¿y yo seré capaz de serle fiel? ¿Un beso en la boca no tiene tanta importancia, no? ¿De verdad le quiero? Bah, ni de coña mi pareja me haría eso…

Los instintos más primitivos están a flor de piel en un entorno diseñado para pecar. El agua cristalina del Caribe, el sol radiante, los paisajes de ensueño, 24 horas en ceñidos bañadores, un cocktail, una infinity pool, otro cocktail, un jacuzzi , reggaeton en vena y… venga va, un tercer cocktail. Ingredientes que invitan a tontear y a desinhibirse.

Ha llegado a la televisión un nuevo reality que aspira a ser el sucesor de “Gran Hermano” con una premisa: que la peña se ponga los cuernos y que España entera disfrute viéndolo. La guerra por las audiencias ha llegado a tal punto que todo vale.

No son suficientes los cuatro besos que Adara se dio con Gianmarco. Eso empieza a resultarnos light, ñoño. Ni siquiera el “edredoning” nos entusiasma del todo. La gente quiere más: infidelidades en directo, cornudos llorando a cámara, planes de boda cancelados… Millones de personas disfrutando del sufrimiento ajeno.

En esta antítesis de “First Dates” creada para romper parejas, todo vale: concursantes modelos, tronistas, pretendientes y pretendientas, gigolós, masajistas eróticos… un ejército experimentado al acecho de sus víctimas hasta conseguir que flaqueen y manden a la mierda su relación de meses, años o sus promesas de pasar por el altar.

Poco a poco la isla se convierte en una ratonera de la que nadie puede escapar. Sobre todo el espectador, que curiosamente celebra más la caída en la tentación que la fortaleza de quien resiste. La televisión ha pasado del entretenimiento al morbo porque el morbo sube el share. ¿Qué será lo siguiente? ¿Cámaras ocultas en clubs de alterne y hoteles de carretera en
las semanas de congresos y ferias de empresa? ¿Un reality de fontaneros a domicilio dispuestos a desatascar en directo lo que se les ponga por delante? Cabe esperar cualquier cosa. Mientras tanto, les dejo… que empieza “La isla”.

¡¡¡ESTEFANÍA!!!

Federico de Juan