Desde su irrupción, primero en recreativos arcade y posteriormente en los hogares, los videojuegos han sido objeto de diversas polémicas, principalmente por su supuesta relación con el temperamento de los jóvenes. Aunque esta hipótesis ha quedado refutada en más de una ocasión, todavía es posible encontrar noticias que relacionan hechos violentos, por lo general protagonizados por personas de edades tempranas, con su afición por los videojuegos.

En el año 2000, sin ir más lejos, saltó a los medios de comunicación el denominado “crimen de la catana”, cometido por un joven de 16 años que asesinó a su familia con esta arma. Desde los primeros momentos, aún sin conocerse el móvil del crimen, se apuntó a la relación del parricida con el videojuego Final Fantasy VIII. De hecho, incluso la policía en su interrogatorio le preguntó por este juego.

Se ha avanzado mucho en la desestigmatización de los videojuegos, pero situaciones así siguen siendo habituales

Un nuevo estudio, presentado como el “más definitivo hasta la fecha”, realizado por investigadores del Oxford Internet Institute, de la Universidad de Oxford, descarta que exista relación entre los videojuegos y el comportamiento agresivo o violento de los jóvenes. La investigación, publicada en la revista Royal Society Open Science, recoge testimonios de una muestra de mil adolescentes británicos de 14 y 15 años y sus padres.

El análisis, llevado a cabo por Andrew K. Przybylski y Netta Weinstein, estuvo centrado en investigar la hipótesis de que existe un componente de agresividad creciente a mayor tiempo dedicado a los títulos considerados como violentos. Esta idea, a su vez, está relacionada con el pensamiento generalmente negativo que una determinada parte de la población tiene de los videojuegos.

Sin embargo, como los investigadores señalan, “la idea de que los videojuegos violentos conllevan conductas agresivas en el mundo real (…) no se ha comprobado correctamente durante este tiempo”, quedando refutada la hipótesis inicial.

El mismo estudio, asimismo, señala que los videojuegos sí tienen la capacidad de activar reacciones de enfado, insultos, troleo y competitividad agresiva, tal y como ocurre en casi cualquier ámbito relacionado con el mundo del entretenimiento, como por ejemplo en el fútbol. Los investigadores, al respecto de esto, consideran que los efectos negativos de los videojuegos se han exagerado; los adolescentes que juegan a títulos violentos no son más propensos a presentar un comportamiento agresivo en el mundo real.

Ally Souza