Hacía más de 20 años que no se hacía una revisión médica ni visitaba un médico durante sus resfriados, pero llegó el día en el que un jarro de agua fría en forma de sentido común empapó su cuerpo.
Después de hablar con hijas y nietos tocaba ginecólogo, al que fue con una actitud ambigua, llena de miedo y optimismo. Tras la pruebas pertinentes de análisis de sangre y orina en busca de marcadores tumorales, mamografías que dependiendo de sus resultados podían transformarse en ecografía, resonancia magnética y biopsia, Rita tuvo un bajón. Un bajón que duró lo que duró el sueño de sus seres más queridos. Al día siguiente, tras una noche de lágrimas mudas y un torbellino de pensamientos, esta abuela de 72 años entonó su “Yo te ignoro”.

14114583_964884556971853_1338649912_oRita sabía qué era lo que tenía y sus riesgos, la habían informado médicos y familiares. Sabía que el organismo está constituido por un conjunto de órganos, que a su vez están formados por células, que se dividen de forma regular con el fin de reemplazar a las ya envejecidas o muertas; y mantener así la integridad y el correcto funcionamiento de los distintos órganos.
Gracias a su tablet, a través de Google y la página de la AECC sabía que este proceso está regulado por una serie de mecanismos que indican a la célula cuándo comenzar a dividirse y cuándo permanecer estable.
Cuando estos mecanismos se alteran en una célula, ésta y sus descendientes inician una división incontrolada que, con el tiempo, dará lugar a un tumor o nódulo.

Si estas células además de crecer sin control, adquieren la facultad de invadir tejidos y órganos de alrededor (infiltración) y de trasladarse y proliferar en otras partes del organismo (metástasis) se denomina tumor maligno, que es a lo que llamamos cáncer.

Pero después de esa noche Rita se había marcado dos pautas, sólo dos para que tanto ella como sus más queridos familiares sobrellevaran esta situación: iría a hacerse todas las pruebas médicas que le mandaran, acudiría a todas las citas con los especialistas pero, una vez fuera del hospital, su vida tendría que ser la misma que había tenido 72 años atrás. Según saliera de la zona hospitalaria sólo pensaría en el tan temido cáncer cuando lo marcara su agenda…

“Yo vivo hoy”, “ya mañana pensaré”,

“quien quiere puede”.

Los que estábamos a su lado día a día no parábamos de escuchar frases como éstas cada vez que la gente por la calle la paraba para saber cómo estaba. Y un 26 de junio entraba a quirófano para salir con una cicatriz imborrable, una cicatriz que junto a una pastillita diminuta (Letrozol Sandoz 2,5 mg) a diario salvaba su vida y nos regalaba Rita para rato.

Una semana recorriendo pasillos y, por fin, para casa. Maquillada, con sus eternas gafas de sol y su pañuelo al cuello. Un pañuelo al cuello que ahora, además de acompañar a su atuendo diario le serviría para disimular la intervanción a la que había sido sometida.
72 años y dijo «sí» a un expansor, una nueva operación de la mano de un gran médico, Benjamín González Delgado. Una operación que haría posible los días de rebajas, días de compras de bikinis y escotes de vértigo. Porque esta Rita era mucha Rita.


En España se diagnostican alrededor de 200.000 nuevos casos de cáncer al año y hay más de 1.500.000 de pacientes diagnosticados. Gracias a la investigación la supervivencia en cáncer se ha incrementado un 20% durante los últimos 20 años. Se estima que la mamografía permite detectar el 90% de los tumores. La mayoría de los casos se diagnostican en edades comprendidas entre los 35 y los 80 años, pero la franja de mayor riesgo está entre los 45 y los 65 años.

Datos estadísticos que pese a tratarse de uno de los cáncer más comunes entre la población femenina española sigue aterrorizando a las familias que lo padecen. Datos que nos han concienciado de la necesidad de las revisiones rutinarias a partir de cierta edad y entre los cuales encontramos un alto índice de supervivencia.
Respetando la agenda médica, “Yo te ignoro”.

Si estas dentro del rango de riesgo acude a tu especialista y solicita las pruebas pertinentes. Tócate, pide que te toquen. La detección precoz de estos tumores es vital para la pronta mejoría de quienes lo padecen.

  • Rita fallecería años más tarde, el 29 de junio de 2018, regalándole a amigos y familiares cinco años tras su «Yo te ignoro» de eternas sonrisas y momentos inolvidables. ¡Gracias Yaye! ¡Te echamos de menos!
Paola Bonilla
Francisco Fernández