Un año del volcán de Cumbre Vieja que convirtió la sensación de vivir en el paraíso en un infierno. Un año desde que más de 6.000 personas tuvimos que salir corriendo de nuestras casas para, en el caso de 1.023, no poder volver nunca más. 

El 19 de septiembre de 2021, el Valle de Aridane se despertó tan agitado como soleado. Todos sabíamos que algo no iba bien, pero ninguno nos imaginamos lo que ocurriría a las 15.10 horas. Especialmente los que no sabíamos que la erupción era inminente. 

Un año después las imágenes siguen grabadas en la memoria de miles de personas y algunos todavía soñamos con que el volcán de Tajogaite haya sido justamente eso, un sueño. Sin embargo, un año después la incertidumbre, el dolor y la ansiedad de aquel día nos ha acompañado los 364 restantes, y los que quedan…  

Tuvimos la suerte de que el volcán saliera en el Hoyo de Tajogaite y no en la calle Alcalá, el Frontón o en el corazón de Todoque. Digo suerte porque, literalmente, podíamos haber muerto por confiados. Esa confianza en las autoridades competentes que se rompió en el mismo segundo en el que explotó el volcán. 

Lejos de hacer autocrítica y pedir perdón, todavía siguen repitiendo que las cosas se han hecho “más rápido que nunca” como si eso significara que se han hecho bien o que han estado a la altura de lo que se espera en pleno siglo XXI. Lo cierto es que no. 

La falta de prevención y planificación antes de la erupción provocó que no se pudiera sacar absolutamente ningún recuerdo de las más de 400 casas de Alcalá, el Frontón y El Paraíso. Muchas tampoco se pudieron asegurar pues para el mes de octubre habían desaparecido o sido tocadas en su totalidad.

Hoy hace un año que ninguno hemos vuelto a sentirnos como en casa. Todo lo contrario, llevamos un año sintiéndonos perdidos y desarraigados. Con un dolor constante en el pecho que para muchos ha sido inaguantable.

La mortalidad en La Palma creció un 40%. 

No murieron sepultados por una colada, pero sí por una oleada de dolor, angustia o rabia causada por la impotencia de no poder hacer absolutamente nada. Solo dejarlo ir y rezar porque no hubiera una cámara de televisión grabando en ese preciso instante para luego mostrártelo una y otra vez.

¡Un año desde que 750 familias perdimos nuestra única vivienda! Y solo 139 han recibido un hogar social, el resto viven en caravanas, en casas de amigos y familiares o pagando alquileres desorbitados para los que la “ayuda al alquiler” es a veces insuficiente: se  calcula en base a los metros cuadrados de la vivienda y no al propio coste. ¿O acaso creen que no hay estudios de 30 metros cuadrados por 700 euros?

Mientras las carreteras se construyen a una velocidad jamás vista en La Palma, las casas de madera prefabricadas y las casas contenedor de Galicia siguen en proceso. Solo se han entregado 5 de 121. De hecho, no se cree que hasta finales de año se puedan ir entregando. Casi un año y medio esperando por una solución habitacional provisional, ¿cuánto tardarán entonces las definitivas? 

En el Registro Único “se contabilizan 7.091 expedientes iniciados (90,22%), de los cuales están firmados 6.844 (96,52%) y en trámite  247 (3,48%)”. Es decir, todavía hay 247 personas que no tienen una resolución donde les confirman (o no) que son damnificados por la erupción. Una resolución necesaria para un sinfín de trámites.

Por otro lado, la compensación de los 60.000 euros solo la han recibido 427 expedientes favorables, ¿y el resto? ¿Cuánto más van a tener que esperar esas personas? ¿Es falta de documentación por parte de los damnificados o de recursos y de personal en las administraciones? Las respuestas también brillan por su ausencia.

¿Acaso hay algo más urgente ahora mismo que acelerar la entrega de viviendas, urbanizar  suelo e ingresar las ayudas prometidas? Porque sí, las ayudas llegan, pero a cuentagotas y con muchas vueltas. ¿Creen que es normal tener que ir a pedir un documento en el catastro demostrando que tu casa estaba en X dirección? Un papel que ellos mismos pueden conseguir, pero ojo…¡Solo tienes 10 días hábiles para presentarlo!

Un sinsentido. Igual que la especulación de los alquileres y los terrenos. ¿Cómo se va a poder permitir una familia pagar 60 mil euros por 1000 m2 de un terreno rústico? Con las ayudas actuales, el precio de un terreno de estas características no debería de superar los 10 mil para ser asumible. Más aún teniendo en cuenta los costes que conlleva tanto el papeleo como la propia construcción de una vivienda… ¿Sabías que con el decreto actual los damnificados solo tenemos 18 meses para edificar lo que teníamos en un terreno rústico? Y ya han pasado seis.

Mientras tanto, la incertidumbre y la desesperación crece cada día que pasa. Normal que la gente se canse. Todavía son muchas las personas que siguen en estado de shock o para las que les es imposible salir de la cama. Las fuerzas hay días que flaquean porque sí, somos seres humanos.

En los medios de comunicación leemos titulares que dicen lo siguiente: “Las ayudas entregadas ya para la emergencia y reconstrucción de La Palma por la erupción ascienden a 565,5 millones”.

Bueno en realidad son 331,2 millones de euros en ayudas porque 216,1 corresponden al Consorcio de Seguros, es decir, no es una «ayuda» es un derecho/compensación por pagar un seguro y 18,24 millones de euros son donaciones que ciudadanos y empresas han hecho a los ayuntamientos y el Cabildo de La Palma. 

Aún así, ¿creen que esa cantidad de dinero es suficiente para reconstruir La Palma si se estima que las pérdidas ascienden a 1.000 millones de euros? 

Vídeo del antes y el después del volcán.

Por supuesto queda muchísimo por hacer tanto por los que lo hemos perdido todo como por los que siguen con sus casas en pie pero no pueden hacer nada con ellas. Véase los 2000 vecinos de Puerto Naos y La Bombilla que no pueden acceder por la presencia de CO2 difuso. Un problema conocido por todos pero para el que faltan soluciones. ¿O acaso esta situación no se ha dado nunca en ningún otro lugar del mundo? 

Tampoco lo han tenido fácil los vecinos del pueblo de Las Manchas que vieron como era la ceniza la que sepultaba sus hogares, fincas y negocios. Un año después todavía reclaman servicios esenciales como la recogida de basura, Correos o un supermercado.

Negocios cerrados, fincas enterradas, 3.000 camas turísticas bloqueadas o bajo las coladas, 1.000 personas en ERTE y, mínimo, dos años para que la producción del plátano vuelva a ser lo que era.

Necesitamos certezas, soluciones, recursos y medidas sin precedentes a la altura de lo que nos ha tocado vivir. Un año del volcán de La Palma y todavía no tiene ni siquiera un nombre oficial. 365 días de incertidumbre, dolor y ansiedad, ¿cuántos más vendrán?

Devo López, damnificada por el volcán de La Palma