El Síndrome del Burnout surge como una respuesta ante el estrés laboral crónico, manifestándose como un estado de agotamiento emocional, físico y mental que puede afectar profundamente a quienes lo experimentan.
Desde la perspectiva de la psicología, el Burnout se conceptualiza como un síndrome que abarca tres dimensiones interrelacionadas: el agotamiento emocional, la despersonalización y la falta de realización personal.
Estas dimensiones forman un complejo laberinto emocional en el que los individuos se encuentran atrapados, mientras su salud física y mental se va deteriorando.
¿Qué quieren decir estas dimensiones?
- Agotamiento emocional: se trata de un estado de fatiga generalizada, la cual no solo se siente de forma emocional sino también de forma física. Este estado es el resultado de una sobrecarga de esfuerzo, como un exceso de responsabilidades, de tareas, conflictos o estímulos de tipo emocional o cognitivo.
- Despersonalización en el trato: Esta dimensión se caracteriza por una sensación de irrealidad, distanciamiento de uno mismo. De modo que la persona que la siente no se reconoce a sí misma en el trabajo como antes o como lo haría en condiciones normales. Suelen experimentar conductas en el trabajo de desconexión emocional, pueden empezar a ver a sus clientes, compañeros o jefes como objetos impersonales en lugar de como individuos con necesidades y emociones, incluso pueden percibirse a sí mismos así en el entorno laboral.
- Falta de realización personal: Este factor se describe como la carencia de significado y propósito personal que siente el individuo en el trabajo. La persona experimenta una falta de realización personal, sintiéndose insatisfecha con su trabajo. Pueden experimentar sentimientos de inutilidad, baja autoestima y falta de logros profesionales, lo cual afecta enormemente a su autoestima.
Imaginemos el Burnout como una hoguera que arde poderosamente al principio, alimentada por la dedicación, la ambición y el compromiso. Sin embargo, con el tiempo, si no se nutre adecuadamente, esa llama comienza a menguar, consumiendo lentamente la madera que la sostiene. El resultado es una sensación de vacío y desesperanza. Lo que antes era fuente de inspiración se convierte en una carga pesada e insoportable.
¿Cómo se produce este síndrome?
El Burnout, o Síndrome del Quemado, emerge después de atravesar por un periodo de estrés muy intenso en el ambiente de trabajo. La raíz del Burnout suele encontrarse en entornos laborales que carecen de apoyo emocional, recursos adecuados y un equilibrio saludable entre las demandas laborales y la capacidad individual para hacerles frente.
El exceso de trabajo, la falta de reconocimiento, la falta de control sobre las tareas y la desconexión con el propósito personal son solo algunos de los factores que pueden contribuir a su desarrollo.
En mi experiencia clínica, he visto cómo el Burnout puede afectar a personas de todas las edades y profesiones, desde el estudiante universitario agobiado por las expectativas académicas hasta el ejecutivo agotado por las demandas del mundo corporativo. Pero según el artículo científico “La alta productividad y la relación con el síndrome de burnout” de Fabiano de Abreu Rodrigues –doctor en psicología y neurociencias, miembro de la Sociedad Brasileña de Neurociencias– publicado en la revista científica brasileña Salud y Tecnología (Recisatec), son las personas que se dedican al sector de salud, educación y cuidados las que tienen más probabilidad de sufrir este Síndrome.
Esto no significa que vayas a experimentar este síndrome si trabajas en áreas relacionadas con la salud, el cuidado o la educación. Hay personas que desempeñan estas profesiones y nunca llegan a experimentar Burnout. Si la balanza se inclina hacia un lado u otro, dependerá en gran medida de los recursos de afrontación y la regulación emocional que cada individuo sea capaz de aplicar en su día a día, así como las situaciones estresantes que enfrenten.
Cómo podemos evitar el Burnout
El Burnout puede manifestarse de diferentes maneras, desde síntomas físicos como fatiga crónica, dolores musculares, pérdida de apetito, aumento de peso, problemas gastrointestinales, migrañas… hasta problemas emocionales como la ansiedad y la depresión.
¿Cómo podemos prevenirlo? La respuesta está en la autoconciencia, el autocuidado y la búsqueda de equilibrio en nuestras vidas.
A continuación, comparto algunas estrategias que pueden ayudar a mitigar el riesgo de caer en las garras del Burnout:
- Establecer límites: Aprende a decir «no» cuando sea necesario y establece límites claros entre el trabajo y la vida personal. Por ejemplo, decidir no responder correos electrónicos del trabajo fuera del horario laboral.
- Priorizar el autocuidado: Dedica tiempo a actividades que te nutran emocional, mental y físicamente, ya sea meditar, hacer ejercicio o, simplemente, descansar. Por ejemplo, reservar tiempo cada semana para hacer una actividad que te apasione, como pudiera ser pintar.
- Buscar apoyo: No temas pedir ayuda cuando la carga se vuelva demasiado pesada. Compartir tus preocupaciones con amigos, familiares o profesionales de la salud puede aliviar la carga emocional.
- Reevaluar tus valores y metas: Tómate un momento para reflexionar sobre lo que realmente es importante para ti en la vida y ajusta tus metas y prioridades en consecuencia. Para ilustrarlo, podrías explorar diferentes áreas que te atraigan y considerar ajustar tus metas para adaptarse a tus pasiones e intereses.
En conclusión, el Burnout es un recordatorio de la importancia de cuidar nuestra salud mental y emocional. Al prestar atención a nuestras necesidades y prioridades, para así buscar un equilibrio saludable en nuestras vidas.
Recuerda: tu valor no lo determina tu capacidad de aguante, ni tus éxitos profesionales; sino tu habilidad para cuidarte.
Lorena López. Psicóloga