Comencé hace 7 años, cogí la tabla y me fui sola a una playa al sur de Tenerife. En cuanto me puse de pie en ella me envolvió una sensación indescriptible. A partir de ahí no he parado y lo practico una y otra vez siempre que puedo.
Pese a que una lesión me trajo de vuelta a mis islas, he vivido los últimos años entre Australia e Indonesia lugares escogidos por la grandiosidad de su naturaleza y, evidentemente, las características de sus olas. Aun así si tuviera que elegir me quedaba con el esplendor de las Canarias, Tenerife, pero sobre todo, Fuerteventura y las olas de La Graciosa.
El surf para mí es vivir el presente, la libertad, en algunos casos incluso el éxtasis, la felicidad más pura llegando a llorar de la alegría que puedes sentir practicándolo. El surf es también paciencia, fuerza de voluntad, autocontrol, pero sobre todo pasión.