El 4 de Marzo tomó posesión del cargo de Presidente de los Estados Unidos de América, el republicano, Warren G. Harding, vigésimo noveno presidente. En Madrid, el 8 del mismo mes, era asesinado Eduardo Dato, presidente del gobierno, a manos de un anarquista. Llegaban a Burgos los restos de Rodrigo Díaz, el CID, y de su esposa doña Jimena, como motivo del séptimo centenario de la creación del templo. Argentina ganaba su primera Copa América, mientras, en Tulsa (Oklahoma) numerosos hombres blancos, ayudados por la policía, mataban a cerca de 300 personas y herían a 6.000 más, de todas las edades, sin distinción de género, solo por tener la piel de color negro. La envidia racial se cebaba en el próspero barrio de Greenwood que era incendiado. Con las cenizas aún humeantes, apenas un par de meses después, nacía una niña blanca, curiosamente destinada a convertirse en un mito. Naomi Parker Fraley. Estábamos en 1921.

Naomi no es de por sí un personaje famoso, de hecho su nombre ni siquiera aparece en las referencias de la ciudad. Fue una joven normal y corriente que se crió en una familia súper numerosa, Naomi tuvo 7 hermanos. Ella y su familia vivían en Alameda, California, cuando los Estados Unidos entraron en la Segunda Guerra Mundial, en 1941. En aquel momento, todos los jóvenes americanos y buen número de sus padres se alistaron para combatir y todas las jóvenes y mujeres se alistaron para trabajar. Naomi y su hermana Ada, fueron contratadas para trabajar en la base aeronaval de Alameda. 

Con su pañuelo rojo de lunares blancos para evitar que al pelo se le enredara en la maquinaria y una camisa azul, Naomi fue fotografiada por J. Howard Miller, quien poco después la dibujo y convirtió en un mito. Ella no lo supo hasta mucho tiempo después. 

Acabó la gran guerra, siguió trabajando como camarera, se casó tres veces y llevó una vida como tantas otras la vivieron en la Norteamérica de la segunda mitad de siglo. Fue en 2011 cuando James J. Kimble, profesor de la Universidad de Seton Hall, identificó y demostró el verdadero nombre de la modelo del cartel. En febrero de 2015 encontraron y entrevistaron a Naomi y a su hermana Ada, tenían ya 93 y 91 años, haciéndola «famosa» y convirtiéndola en lo que nunca dejo de ser  “Rosi, the Riveter” que es como se conoció a la chica del cartel, Rosi la Remachadora.

La imagen de ese cartel, con el famoso “Podemos Hacerlo”  ha inspirado y creado una corriente cultural e ideológica propia. Icono feminista, la mujer remangándose para el trabajo, es en sí mismo un símbolo, no importa la estética con la que se pinte. Sí, la mujer puede. Lo que en el siglo XXI es algo ya común, aunque no lo suficientemente establecido. En la primera mitad del siglo XX, con los quizá más altos niveles de testosterona de todo el siglo, la imagen de una mujer remangándose y gritando, “PODEMOS HACERLO” fue una visión realmente revolucionaria. 

In situ no fue así, naturalmente, Rosi, la remachadora, nació como un reclamo publicitario para lograr que más mujeres se “alistaran” a trabajar en la maquinaria de producción bélica norteamericana. Redd Evans y John Jacob Loub compusieron una canción que habla de Rosi, la remachadora, que protege a su novio Carlie, un marine que está en el frente, como parte de la campaña publicitaria que el gobierno americano inició en 1942 para atraer a las mujeres a las fábricas. 

Durante un tiempo, se confundió a Naomi con Geraldine Doyle, pero al final se descubrió que no, que la buena de Naomi era en realidad, Rosi, la remachadora.  

Millones, no solo de personas, también muñecos y simples dibujos, han posado convirtiéndose en ella, la frase de “podemos” se ha hecho mundialmente famosa y la han utilizado todo tipo de campañas, las más famosas, políticas. Presidentes de los EEUU, cantantes, actrices, artistas, personas famosas y anónimas de todos los colores y razas, de todos los géneros y creencias han utilizado la imagen de esa joven que nació tras la matanza de Tulsa y que llevó una vida normal, como la llevamos todos.   

J. Howard Miller, creó la imagen de Rosi, la remachadora, y el eslogan que posiblemente mayor alcance haya tenido a lo largo de la historia. Una simple campaña publicitaria que logró que Rosi, siguiera clavando sus remaches y modificando una sociedad profundamente machista, que poco a poco descubre que está formada por personas y no por géneros ni colores ni ideologías. 

Gracias Howard. Gracias Naomi.

Francisco Fernández