Vivimos en un momento en el que la salud mental está en boca de todos. Por fin, hablar de nuestras emociones, ponerles nombre y aprender cómo gestionarlas ha dejado de ser una tarea para mañana. Al igual que ir a terapia con el psicólogo.

Aprender a cuidar nuestra salud mental no es sencillo, requiere de altas dosis de amor propio, compromiso e investigación. Por eso, cuanto antes comencemos a tomar consciencia, mejor. “No preocuparse, ocuparse”, nos recomienda el Dr. Mario Alonso Puig.

En las siguientes líneas no vamos a darte la solución definitiva porque no existe, pero sí desmitificaremos algunos consejos que hacen más daño que bien y te repasaremos los más asertivos.

Alegría, tristeza, rabia, asco y miedo: cómo gestionar las emociones

Desde pequeños nos enseñan el significado de las emociones, las mismas que la película Inside Out plasma de forma brillante. Alegría, tristeza, rabia, asco y miedo son las más importantes, pero no las únicas. De hecho, de ellas derivan otras como la incertidumbre o la culpa.

Si bien no basta con conocer y ponerle nombre a las emociones que sentimos, hay que ir más allá: debes aprender a gestionarlas. Una emoción mal llevada puede volverse crónica y recurrente y dañar seriamente tu salud mental.

Ni estar siempre triste es bueno, ni estar siempre alegre es lo mejor. La clave está en encontrar el equilibrio y aceptar que todo tiene un periodo de caducidad, hasta lo malo.

Sin embargo, si sientes que una emoción se te encasquilla, te recomendamos buscar ayuda de un profesional, leer o escuchar podcasts sobre ello y no ignorarla. Sobre todo, no evitarla ni restarle importancia: actuar para aprender a gestionarla.

Te recomendamos: La autoestima: el pilar de la salud mental

Gran parte de nuestros miedos son mentales

“Ay, ¿y si?”…

Cuántas preocupaciones y pensamientos invasivos no deseados comienzan con esas tres palabras. ¡Millones! ¿Sabías que la mayor parte de nuestros miedos son mentales? De hecho, en inglés FEAR, significa justamente eso: False Evidence Appearing Real (Evidencia falsa que parece real).

Cuando un pensamiento de este tipo se instala en nuestra mente, generalmente, intentamos evitarlo y distraernos con otra cosa. Dos acciones que, más que sanar, ahondan más en la herida. Evita pensar en chocolatinas y no podrás parar de hacerlo.

Por eso, es primordial tomar conciencia de que, en primer lugar, los pensamientos no son hechos y, en segundo lugar, que tener miedo no es malo, responde a una cuestión biológica de supervivencia, pero lo que sí es perjudicial es activarlo de manera permanente.

En el libro “Guía para superar los pensamientos atemorizantes, obsesivos o inquietantes” escrito por dos grandes profesionales, Sally M. Winston y Martin N. Seif, conocerás el trasfondo de estos pensamientos y aprenderás a lidiar con ellos.

“Afrontar, aceptar, flotar y dejar pasar el tiempo”

Continuando con los libros, el siguiente que te recomendamos es “Sin Miedo” de Rafael Santandreu. En sus páginas, el psicólogo nos da una guía para aprender a vivir sin miedo fundamentada en cuatro pasos: afrontar, aceptar, flotar y dejar pasar el tiempo.

No es un proceso rápido, fácil ni agradable, pero sí necesario. El problema está en que vivimos demasiado rápido y en alerta. El distrés (el estrés malo) se ha instalado en nuestros trabajos, relaciones y, en general, en nuestra vida. El “no tengo tiempo” ya es una respuesta automática.

De ahí el peligro de dejar pasar el tiempo y no coger un poquito de él para afrontar, aceptar y flotar. Sin estos tres pasos previos llegará un momento en el que tu salud mental y física colapsen, si no lo han hecho ya.

Te puede interesar: Cómo manejar el estrés con el Dr. Mario Alonso Puig

Vivir con conciencia y ser agradecido

Dicen que las personas que viven con conciencia y son agradecidas también son las más felices, ¿o serán, más bien, que son las que saben sobreponerse mejor a los momentos difíciles? Nuestra actitud ante lo bueno y lo malo que nos pasa también es un factor crucial.

No significa quitarle valor a las cosas negativas, ni mucho menos ignorarlas, sino, como te decíamos, afrontar, aceptar, flotar y dejar pasar el tiempo. Convertir una crisis en una oportunidad, ¿cómo? Relativizando el problema y viéndolo desde una «tercera perspectiva», por ejemplo.

Vivir con conciencia empieza con detenernos 5 minutos a escuchar nuestra respiración, analizar qué sucede en nuestro entorno y disfrutar de las cosas más simples de la vida, como una puesta de sol.

Te puede interesar: La felicidad es perspectiva, amor propio y actitud

El poder de las listas

Todos tenemos algo por lo que estar agradecidos, otra cosa es que sepamos verlo, recordarlo o valorarlo. De ahí el gran poder de las listas, anotar diariamente momentos o cosas que nos han hecho sentir bien, a la larga, nos ayuda a ver la vida con otros ojos.

Al principio te parecerá una bobería o quizás muy difícil, pero es un ejercicio que nos ayuda a entrenar la mente, especialmente de cara a los momentos más difíciles. Situaciones ante las que también te aconsejamos dejar sobre papel el cómo te sientes y qué piensas.

En definitiva, se trata de escuchar a nuestro cuerpo y mente y si algo te inquieta no preocuparte, sino ocuparte en solucionarlo. Nunca esperes a estar mal para ir a terapia, ¡visita periódica al psicólogo porque sí!

Y por supuesto, come sano, practica deporte o alguna actividad que ayude a desconectar, duerme entre 7 y 8 horas, comparte tiempo de calidad con los tuyos, evita compararte con el mundo ficticio de las RRSS, airea tus pensamientos y sé agradecido.

¡Cuídate mucho! Tu salud mental te lo agradecerá.

Devo López