Nos hemos vuelto gilipollas. Por los pelos, pero nos hemos vuelto gilipollas.
Un concejal del Partido Popular (cuyo coeficiente intelectual deja mucho que desear) tuiteó hace unos meses que esperaba que Irene Montero, si llegaba a ser Vicepresidenta del Gobierno, se depilara las axilas.
En un momento donde, por fin, le otorgamos a la mujer el lugar que merece ocupar desde hace siglos, aparecen cavernícolas dando brochazos machistas.
¿En serio alguien puede supeditar la valía de una mujer a su pelambrera axilar? A mí me gusta que las mujeres se depilen, pero lo que más me gusta es que sean ellas las que decidan si se quieren depilar o no. ¿Está menos capacitado intelectualmente un hombre que se rasura el pecho y las piernas que uno que no?
¿Qué pasaría si una mujer pidiese que no votáramos a un candidato calvo? ¿El potencial capilar te convierte en mejor opción para entrar en el Gobierno? Hay concejales que en lugar de hacer su trabajo se quedan en su caverna reflexionando estas tonterías.
La minifalda, la ausencia de sujetador, los tacones, la depilación… mal que nos pese algunos siguen en Atapuerca y continúan sin fijarse en la mujer por lo que dice, por lo que piensa, por lo que sueña… Estamos en la era de la mujer, es el eje de nuestro futuro y algunos no se quieren dar cuenta.
Cómo está la política española para que el sobaco de la mujer haya centrado parte del debate. No tenemos remedio y no hay que callarse. Hay que volver a protestar por algo absurdo.
Ya me veo venir manifestaciones capilares en los próximos meses con Chewbacca como nuevo icono feminista y cientos de mujeres con las axilas pobladas levantando una vez más el brazo a modo de protesta y, una vez más, con razón.
Lloverán las influencers en IG enseñando sus axilas peludas y sustituiremos el “free the nipple” por el “free the armpit”. De nuevo toca reivindicar el derecho a SER MUJER. Esta vez por los pelos.
Hay que luchar contra concejales de medio pelo que tienen miedo a la revolución más bonita de los últimos años, la revolución de la mujer. Y contra ellas no podrán, porque no están solas y porque son valientes, y si algo no tienen son pelos en la lengua.
Yo me sumo a cualquier protesta, por ridícula que parezca, para frenar esta estigmatización constante de la mujer. Por eso saldré a la calle con todas ellas para gritar bien alto: QUÉ “VELLO” ES VIVIR.
Fede de Juan, @fede_dejuan