Lo cierto es que hace ya un par de años que Pino Montesdeoca despertó nuestras ganas por saber más sobre ella. Desfilaba sobre la pasarela de la Mercedes Benz Fashion Week de Madrid con raza, con fuerza, con garra. Hoy, tenemos la suerte de disfrutar junto a ella de una sesión de fotos increíble en un paraje maravilloso (Finca El Gasco, Torrelodones). Hoy, tenemos la suerte de saber más sobre ella, sobre su vida, una vida para nada anodina…

Pino Montesdeoca comenzó su andadura en el mundo de la moda hace poco más de una década, hoy tiene 63 años. Nos intriga, ¿quién era Pino antes de ponerse delante de la cámara?

Cuando era niña no tenía ni idea de lo que quería hacer de mayor. Me gustaban tantas cosas… y a la vez pensaba que no era buena para nada.

Poco a poco me descubrí que me había convertido en una mujer a la que le gustaba tocar palos, fui fluyendo, y si me gustaba lo que hacía, normalmente lo hacía muy bien.

Primero fui profesora, al tiempo viajé a los Balcanes, allí no disfruté demasiado y terminé en Bahamas trabajando como una loca.

Como fue mi último trabajo mi día a día era trabajar, trabajar, trabajar y estar siempre available.

Cronológicamente, ¿es entonces cuando aparece él, el mosquito?

Sí. A mi no me picaban nunca los mosquitos, al parecer no debo ser muy dulce, pero en esa ocasión me picaron dos y uno, el otro, o ambos, me contagiaron el virus hemorrágico del dengue. Me puse muy malita. Fue imposible recuperar algunos de los valores de mi analítica hasta tal punto que con el paso de los días llegaron a darme la extrema unción. Tal cual suena.

Me dijeron que no, que mi cuerpo no iba a poder superarlo y que estaban esperando un paro multiorgánico. Pero… no me morí.

La recuperación fue lenta y tuve que abandonar Bahamas porque tras sufrir este virus y de la forma en la que yo lo había sufrido te quedas sensibilizado a él con los riesgos que estar expuesta conlleva. Así que me marché.

Regresé a España. Me centré en volver a caminar, en ponerme fuerte y recuperar esos valores que tan tocado habían dejado a mi cuerpo. Hasta que un día mi yerno insiste en hacerme unas fotos y terminan en la que todavía hoy es mi agencia. A partir de ahí no he parado. Primero fue la publicidad, luego vinieron los fotógrafos, los editoriales, la moda, luego vino el cine y aquí estoy, viva.

¿Tenías ganas de ser parte de un mundo como el de la moda y el cine?

No. Lo cierto es que creo que llegó porque tenía que venir, porque es algo que estaba para mí, porque en este momento de mi vida lo podía manejar pero no, nunca tuve pretensiones de meterme en él. Jamás, jamás…

Cuéntanos, ha pasado ya tu primera década en él, ¿es un mundo tan duro como se dice?

Y qué mundo no es duro, preguntemos al minero.

Los últimos años nos han dejado ver perfiles menos estereotipados sobre las pasarelas y en el mundo de la moda en general, ¿crees que es un sector que está evolucionando o que se trata de una cuestión de tendencias?

Si esto fuera una moda pasajera (coge aire), esto sería un fraude. No, no es una moda pasajera, cómo va a ser una moda pasajera, por ejemplo, hacerte mayor… Es la cosa más natural del mundo que, además, gracias a la moda que es una herramienta maravillosa, cada día tiene más visibilidad y se trata con más normalidad.

Con suerte, todos nos hacemos mayores.

P.M.

Hablabas en otra entrevista de “tu rollito”. De que gracias a él habías llamado la atención de tu agencia, ¿cuál es?

Tenías que haber visto a una mujer canaria a finales de los setenta, cerca de la Playa de Las Canteras, con los surferos. Alguien que era asidua de “El Reloj”, un sitio cool de aquella época. Vestida tal y como me vestía entonces… en ese contexto tendrías la respuesta porque yo sigo siendo la misma chiquilla. Con algo más de cabeza, quizá, solo quizá.

Hoy, tu larga melena plateada forma parte de la expresión de ese rollo tuyo, ¿te ves con un tinte en el pelo o con un corte radical? ¿Hasta que punto es parte de ti?

No suelo decir que no a nada porque no tengo ni idea de lo que pasará dentro de diez años pero ahora mismo me resulta cómoda y me gusta tal cual está.

Pocos diseñadores se te resisten, ¿con cuál de aquellos con los que aún no has desfilado te gustaría desfilar?

Sencillo. Con todos. Como decía, me gustan muchos palos, y yo como mujer tengo muchos ángulos por lo que creo que cualquier diseñador podría entrar un poquito en mí.

¿Qué sientes cuando pones el pie en una pasarela?

Que qué siento… responsabilidad. En mi cabeza hay algo muy claro y es que todo lo que hago debe de estar hecho de la mejor de las maneras, de la manera más profesional posible. Soy consciente de que, sobre la pasarela, nunca voy a llegar a ser la modelo ortodoxa, para eso están mis compañeras, pero sí toda una profesional. Una profesional que insinúa que hay algo más allá del metro ochenta y los 20 años, ¡hay que ser serios!

¿Alguna anécdota o recuerdo de tus inicios sobre la pasarela?

El único recuerdo que aún queda latente en mí es quizá de muy al principio. Yo estaba con “los niños” y “niñas” en el backstage, todos ellos tan altos y tan jóvenes, en parte, tan experimentados y yo, yo en pañales, como quien dice, pero… todo bien hasta que escucho que la chica de delante dice “me tocó la pureta”, a lo que el chico echó una risilla.

Yo, chiquitita, me metí por medio y les dije “soy vieja sí, pero no sorda”. Como un resorte se disculparon, casi sin saber por qué, yo seguí, “piensa, piensa un poco, quizá te estoy abriendo camino para que cuando tú tengas mi edad sigas teniendo la posibilidad de estar aquí. No nos rompamos las alas las unas a las otras…”. Ella rompió a llorar.

Fue un tonto comentario que, seguramente, en otra época, habría hecho yo misma pero creí que debía decirle lo que le dije, forma parte del cambio.

Una anécdota potente, sin duda. Saltemos a algo más ligero, ¿tu color favorito?

Vaya, esa sí que es una pregunta complicada. Es que estoy descubriendo cosas… donde esté un negro, pero, ¿eso es un color? Me gusta mucho el color mostaza, me atrae, supongo que sí, que es el color mostaza.

¿Y un lugar donde perderte?

Mi casa.

Tienes dos hijas y, actualmente, dos perritos, Pink y Floyd pero defiendes la soledad, te gusta estar sola, ¿qué es lo que más te gusta de la soledad?

Estar conmigo.

ENTREVISTA PINO MONTESDEOCA TPM032

En otra entrevista comentabas que te quedaban por lo menos 20 años para llegar a ser la mujer que quieres ser, ¿cómo es esa mujer?

Sí lo dije fui una irresponsable. Yo siempre cuento cuántos años me pueden quedar, suelo ser muy optimista y tomar de referencia a mis padres con 90 años, por lo que me pueden quedar 30 años pero… ¿cuántos de esos 30 años me quedan estando bien? No lo sé. Así que tengo que ser realista por lo que, simplemente, vivo el hoy siendo consciente de que esto se puede acabar en cualquier momento.

Soy muy del presente, para mí el futuro no existe.

P.M.

Pino, ¿consejo para las niñas, de 15 años por ejemplo, que ansían vivir lo que tú estás viviendo ahora mismo?

Me gustarían que entendieran dos cosas. Por un lado, que no todo lo que vemos “por ahí” es real y, por otro, que está bien que cumplan 16 años, 30, 60… que lo principal, a cualquier edad, es mirarse al espejo y lograr ver lo que las diferencia de las demás.

¿Y a las “niñas” de 60?

Pues… que si aún no han despertado que despierten que queda menos.

Publicidad, moda, cine, ¿qué será lo próximo? ¿Te ves sobre las tablas de un teatro?

Me gusta coger trenes y curiosear adónde me llevan pero lo cierto es que no sé qué será lo próximo pero lo que sí sé es que le tengo demasiado respeto al teatro. Me da mucho miedo. Pero… quién sabe.

Producción y entrevista: Paola Bonilla
Estilismo: Rita Martín
Ayudante de estilismo: Sandra Dorta
Fotografía: Francisco Fernández
Videógrafo: Ja Doria
Muah: Kley Kafe para Dior
Localización: Finca El Gasco (Torrelodones)
Vestuario: Vikilu, La Trajería de Tenerife.