La pareja más icónica del cine español, y también en la vida real, dará vida en esta ocasión a un matrimonio que empieza a resquebrajarse cuando las decisiones profesionales y personales los arrastran a un terreno peligroso.

En este thriller psicológico —confirmado por Deadline— Bardem interpretará a un arquitecto que acepta diseñar un búnker de supervivencia para un magnate tecnológico, un encargo que despierta en él un torbellino de dudas morales. Al mismo tiempo, su esposa, a quien dará vida Cruz, comienza a cuestionar los cimientos de su relación tras 17 años juntos. Un juego de tensiones que, según la sinopsis oficial, promete explorar los miedos, dilemas y conflictos que definen nuestro tiempo.

Lejos de ser un simple thriller, la película se presenta como una exploración profunda de los miedos contemporáneos: la crisis de pareja, las tensiones sociales y el creciente aislamiento emocional en un mundo cada vez más incierto. Desde su gestación, Zeller tuvo claro que quería a Bardem y Cruz como protagonistas, no solo por su talento individual, sino por la química real que pueden aportar a la historia. Según ha trascendido, el guion fue escrito pensando en ellos, con la intención de borrar las líneas entre la actuación y la autenticidad emocional. El cineasta encontró en ellos la pareja ideal para dar vida a esta historia sobre los retos de la convivencia y la fragilidad de los vínculos emocionales. Según adelantó en algunas entrevistas, su intención es que la película vaya más allá del thriller convencional y logre borrar las fronteras entre la ficción y la verdad emocional, ofreciendo una experiencia intensa y profundamente humana.

El rodaje está previsto para este año, aunque todavía se mantienen en reserva detalles sobre el resto del reparto y las localizaciones, aunque se especula que incluirá escenarios que contrasten la opulencia tecnológica con espacios más íntimos y cargados de tensión doméstica.

Con este proyecto, Florian Zeller también apunta a seguir consolidando su marca personal: un cine que combina la intensidad psicológica con una mirada crítica a las ansiedades del presente, y que busca hacer del espectador no solo un testigo, sino un cómplice emocional.

La complicidad que trasciende

Bunker no será la primera vez que Javier Bardem y Penélope Cruz ponen a prueba su química en el cine. Su historia compartida frente a las cámaras es casi tan conocida como su relación fuera de ellas, y cada colaboración ha marcado una etapa en sus carreras.

Todo comenzó en 1992, cuando coincidían por primera vez en Jamón, jamón, aquella atrevida comedia dramática de Bigas Luna que los presentó al mundo como dos talentos emergentes del cine español. La película no solo fue un fenómeno cultural, sino que plantó la semilla de una conexión artística que se iría consolidando con los años.

Pasó más de una década hasta que sus caminos volvieron a cruzarse en Hollywood, en Vicky Cristina Barcelona (2008), con Woody Allen. Allí, en un triángulo amoroso junto a Scarlett Johansson, Cruz brilló con tal intensidad que se llevó el Oscar a la Mejor Actriz de Reparto, mientras Bardem cimentaba su estatus como uno de los actores españoles más internacionales.

Más tarde, en Loving Pablo (2017), dejaron claro que su complicidad también podía soportar la crudeza de una historia real. Bardem se transformó en el temido Pablo Escobar y Cruz encarnó a la periodista Virginia Vallejo, en un duelo interpretativo tan intenso como su historia fuera de cámaras.

Y en 2018, en Todos lo saben de Asghar Farhadi, volvieron a ser pareja en un relato cargado de secretos familiares y tensiones soterradas. La cinta, que abrió el Festival de Cannes, les permitió volver a sus raíces en un drama con sabor mediterráneo pero con la firma del cine de autor global.

Ahora, con Bunker, la pareja parece lista para reinventarse una vez más. Esta vez, en un terreno donde las emociones son tan explosivas como el contexto que las rodea. Y si algo han demostrado Bardem y Cruz en sus anteriores colaboraciones es que, cuando trabajan juntos, logran que la ficción y la realidad se rocen de una forma única.

Silvia C. Rodríguez