Una poesía directa, natural y feminista. Así, es como Louise Glück se ha ganado el amor, y el odio por partes iguales, entre las esferas de su país (Estados Unidos). Este pasado jueves 8 de octubre la Academia Sueca premiaba a la neoyorquina con el Premio Nobel de Literatura.

Por su inconfundible voz poética que con austera belleza hace universal la existencia individual, afirmaba la Academia en un comunicado oficial.

Con más de una decena de poemarios y una amplia trayectoria poética, Glück empezó a ser reconocida por sus palabras, siempre rodeadas de flores, a finales de la década de los sesenta. Su primer premio, Academy of American Poet’s Prize, lo recibió con la publicación de su primer libro: First born (1968). Además obtuvo el Pulitzer de poesía en 1993 por el libro El Iris salvaje (1992) y el National Book Award en 2014 por Faithful and virtuous night (2014).

Los cuatro títulos destacados de la poeta Louise Glück

Con un tono muy familiar, marcado por la infancia y el amor salvaje, la poeta se caracteriza por su lenguaje natural. En sus poemas pone en guerra lo que está bien y lo que está mal. Su monotema; las flores. Su estilo; la ironía.

“Entre el bien y el mal hubo una guerra.

Decidimos que el cuerpo fuese el bien.

Eso hizo que el mal fuese la muerte,

que el alma se volviera

completamente en contra de la muerte.

(…)

Se puso en contra de la oscuridad,

(…)

De dónde viene la voz

que dice: y si la guerra

fuese el mal, que dice

y si fue el cuerpo el que nos hizo esto,

nos hizo tener miedo del amor”.

Del libro Averno (2006) – Pre-Textos, 2011.

La ganadora del Premio Nobel de Literatura 2020,  Louise Glück

Poemas en donde una mujer, ya con 77 años, nos lleva al pozo del olvido en donde leemos la palabra “flores” e inmediatamente nadamos a su infancia. Una niña y una empedernida de las flores. En su poema Amante de las flores de su libro Ararat (1990) lo demuestra sin decoro.

En nuestra familia, todos aman las flores.

Por eso las tumbas nos parecen tan extrañas:

sin flores, solo herméticas fincas de hierba

(…)

Pero en mi hermana, la cosa es distinta:

una obsesión. Los domingos se sienta en el porche de mi madre

a leer catálogos. Cada otoño, siembra bulbos junto a los escalones de

ladrillo.

Cada primavera, espera las flores.

Nadie discute por los gastos. Se sobreentiende

que es mi madre quien paga; después de todo,

es su jardín y cada flor

es para mi padre. Ambas ven

la casa como su auténtica tumba”.

(…)

Del libro Ararat (1990) – Pre-Textos, 2008.

A través de sus poemas, Glück recuerda que los seres humanos somos gatos oliendo todo con el deseo de que fuera la primera vez. La vida se vive en la infancia y luego sobrevivimos gracias a los recuerdos.

“Miramos el mundo una sola vez, en la niñez

(…)

Lo demás es memoria.”

Del poema Nostos (1996)

Louise Glück también amó siempre con un toque de ironía literaria. Motivo por el cual suscitó cierto odio entre otros poetas que la criticaban por su tono irónico y faltón, consigo misma y para con sus poemas.

Hasta amé alguna vez, a mi manera

repugnante, humana

y como todo el mundo llamé a ese logro

libertad erótica,

por absurdo que parezca

El trigo cosechado, almacenado; seca

la última fruta: el tiempo

que se acumula, sin usar,

¿también termina?”

Del libro Las siete edades (2001) – Pre-Textos, 2011

Algunos la describen como la eternamente insatisfecha, crítica consigo misma hasta lo obsesivo y en constante cambio. Su crecimiento, marcado por la muerte de su padre le hizo escribir de sus memorias como si no fuesen sus propias vivencias.

En sus poemas mira desde la distancia sus problemas: divorcios, desamores, desastres familiares… o la anorexia nerviosa, que se agravó hasta tal punto de tener que abandonar sus estudios de bachiller. Louise Glück no es más que otro artista que encontró en sus palabras la oportunidad de darle color a sus problemas.

Ivory Samos