Pese a la intensísima batalla que se ha librado en redes sociales en los últimos meses, la Unión Europea ha aprobado el polémico artículo 13, referente al copyright en Internet, el pasado mes de marzo. Esta decisión se ha calificado socialmente como “el fin de Internet” por sus comentadas restricciones, pero, como cabía esperar, esta afirmación no solo es hiperbólica, sino también una falacia. Te contamos por qué.

La principal confusión se encuentra en que el conjunto de creadores y consumidores de contenido en Internet creen que no se va a poder hacer uso de obras con copyright, como canciones, fragmentos de películas o incluso dibujos. Sin embargo, esto no solo es una exageración, sino que es algo que ya ocurría antes de la aprobación del artículo.

La diferencia, por tanto, radica en que antes los responsables de infringir el copyright eran los propios creadores de contenido. Sí, se arriesgaban a denuncias por emplear obras con derechos de autor, pero en la mayoría de ocasiones esas denuncias no se llevaban a cabo o, si lo hacían, eran en forma de strike o aviso. El artículo 13 lo que cambia es la responsabilidad en el uso de contenido de terceros: ahora no son los propios creadores quienes deben responder ante esas denuncias por infringir los derechos de autor, sino las plataformas como YouTube o Twitch. Sabiendo esto no debería extrañar a nadie que estas empresas se hayan manifestado con tanta fuerza contra el citado artículo.

¿Pero qué dice el artículo 13 exactamente?

Entre otras cosas: “La Directiva sobre derechos de autor protege la libertad de expresión, un valor esencial de la Unión Europea. Establece sólidas salvaguardias para los usuarios, dejando claro que en cualquier lugar de Europa el uso de las obras existentes con fines de cita, crítica, reseña, caricatura y parodia está explícitamente permitido. Esto significa que los memes y otras formas similares de parodia pueden utilizarse libremente. Los intereses de los usuarios también se preservan mediante mecanismos eficaces para impugnar rápidamente cualquier supresión injustificada de sus contenidos por las plataformas”.

“En cualquier lugar de Europa el uso de las obras existentes con fines de cita, crítica, reseña, caricatura y parodia está explícitamente permitido. Esto significa que los memes y otras formas similares de parodia pueden utilizarse libremente”.

También recoge que, gracias a este artículo, se garantiza “el equilibrio adecuado entre los intereses de todos los actores (usuarios, creadores, autores y prensa) al tiempo que establece obligaciones proporcionadas para las plataformas en línea”.

Al hilo de esto, YouTube declara lo siguiente: “Las plataformas digitales que se esfuerzan para ayudar a los titulares de los derechos a identificar y proteger sus obras no deberían ser responsables de que los usuarios suban fragmentos de contenido que no les pertenecen, especialmente cuando ni el titular ni la plataforma saben a ciencia cierta a quién pertenece el contenido”. Alertan, ahora sí, de las posibles restricciones a las que los creadores de contenido se pueden enfrentar: “es probable que esta situación obligue a los servicios online a bloquear buena parte del contenido que alojan, con el fin de evitar las posibles repercusiones legales”.

En realidad, con la Directiva en la mano, las plataformas online son las mayores perjudicadas por el artículo 13, no así los creadores que solo verán sus contenidos afectados cuando YouTube no pueda acarrear las denuncias o multas que reciba por las infracciones en los derechos de terceros.

Sin embargo, pese a la aprobación del texto por el Parlamento Europeo, aún tiene que ser autorizado oficialmente por el Consejo de la Unión Europea en las próximas semanas. Una vez se publique en el Diario Oficial de la Unión Europea, además, los Estados miembros de la UE tendrán veinticuatro meses para incorporar las nuevas normas a su legislación nacional.

Ally Souza