Ni es universal ni resulta más difícil de aprender que cualquier otro idioma. Hablamos de la lengua de signos, ese fascinante código que a priori es indescifrable para muchos pero que permite comunicarse a un millón de personas en España.
De hecho, según la ONU se estima que “aproximadamente 70 millones de personas en todo el mundo utilizan alguna de las más de 300 lenguas de signos que existen”. Espera, ¿acaso pensabas que había solo un tipo? Si es así, ¡continua leyendo!
Con motivo del Día Nacional de las Lenguas de Signos Españolas, en el siguiente artículo, te contamos todo lo que (quizás) no sabías sobre ellas.
Una de las formas de expresión más antiguas
¿Sabías que la lengua de signos es una de las formas de expresión más antiguas que existen? De hecho, hay indicios que demuestran su uso incluso antes que las orales. Aunque se desconoce en qué momento concreto de la historia de la humanidad aparecieron, lo que sí sabemos es que no llegaron a posteriori.
No obstante, durante muchos siglos las personas sordomudas fueron marginadas por no poder comunicarse utilizando las lenguas orales. Por ejemplo, en la época romana no tenían derecho a firmar su propio testamento y, según Aristóteles: “Carecen de ideas morales y de capacidad de pensamiento abstracto”.
Hubo que esperar hasta el Renacimiento para que esta descriminación sistemática acabase.
En España coexisten dos lenguas de signos oficiales y unas diez variantes
El desconocimiento generalizado de la lengua de signos trae consigo la creencia de que se trata de un código universal. Pero lo cierto es que basta con analizar el caso de España para darnos cuenta de que es tan variada como la oral.
En nuestro país actualmente coexisten dos lenguas de signos oficiales: la española (LSE) y la catalana (LSC). Asimismo podemos encontrar más variantes por todo el territorio peninsular e, incluso, en el archipiélago canario.
Además, según varios estudios realizados a decenas de alfabetos manuales del siglo XVI, hoy sabemos que las lenguas de signos proceden de cinco linajes entre los que está España.
Una comunicación basada en los detalles
Si en las lenguas orales la vocalización es fundamental para la compresión, en la lengua de signos son los gestos y las expresiones faciales las que debemos cuidar. Se trata de una comunicación basada en los detalles, pues, para entender cada signo, debemos prestar especial atención a las formas y movimientos de la mano y la boca.
Es por ello que, cuanto mayor sea la inmersión lingüística, más rápido será el aprendizaje. Lo idóneo sería que, como las orales, se impartieran desde edades tempranas en los colegios o institutos. Al fin y al cabo, a todos y todas nos puede hacer falta alguna vez y, como dice el refrán…”El saber no ocupa lugar”.
La lengua de signos tiene sus propias reglas y léxico
Otro de los mitos de la lengua de signos es que se trata de una adaptación con gestos del lenguaje oral. La realidad es que, si bien en algunos países europeos comparten características, por lo general tienen sus propias reglas y léxico.
Las diferencias gramaticales, especialmente en la sintaxis, son evidentes una vez comenzamos a estudiarla. Ni se construyen igual ni tienen el mismo significado u orden. Es por este motivo que a veces se dan malentendidos o confusiones al traducir o interpretar una frase.
Aunque cada vez existen más recursos en internet que facilitan la comprensión y el conocimiento de las lenguas de signos. ¿Sabías que ya hay un diccionario del feminismo? ¿O que en YouTube puedes encontrar la serie titulada “Mírame cuando te hablo” en la que los personajes solo usan esta lengua?
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¿Y tú conocías todas estas curiosidades sobre la lengua de signos? Déjanos en los comentarios cuál ha sido la que más te ha sorprendido, así como otro dato de interés que quieras compartir sobre este fascinante lenguaje.