Aunque no sabemos todavía a qué frente.
Después de «soportar en nómina» a sus empleados durante la pandemia, con las reaperturas llegaron los cierres de muchas tiendas.
Según la empresa, la idea era fomentar la compra online que tan buenos resultados estaba dando. Y es cierto, hemos hecho de la App de Zara, básicamente Zara, un modo de evasión en momentos tensos, una distracción agradable en los más aburridos. Nos distrae y nos encanta llenar la cesta antes de rebajas “a ver si pillamos algo”. Es muy cómodo, ya después lo devolvemos si eso no nos gusta (es ahí donde ganan éstas y otras firmas y pierde el pequeño comercio, pero eso ya lo comentaremos).
Zara nos invita soñar sin movernos de casa, ¡comprar en casa y recibir en casa! Costumbre que de alguna manera nos “antisocializa” cada día un poquito más.
Que divertido era tener un Zara cerca e ir “de compras”, tocar el tejido, sentirlo y ¡probarlo!
Llegaron las cajas de autopago. Algo que también nos venden como mejora para el cliente y que tiene el único fin de reducir plantilla. Concluirán conmigo que es totalmente desesperante.
No contentos con todos estos cambios “para bien de no sabemos quién”, llega la EXIGENCIA de: «Usted entra al probador y DEBE devolver la ropa perchada de manera correcta y llevarla al lugar donde la ha cogido».
Partiendo de la base de que odio los probadores, agobian mucho y no me gusta nada probarme, si alguna vez lo hago, intento devolverla en la misma forma que la he cogido. Porque el cuento no es tan romántico. Muchas veces la prenda te la traen de almacén sin percha, otras la encuentras en montañas de ropa sobre las mesas de exposición. Y cómo no, alguna vez andan tres vestidos enrollados en una sola percha.
Es muy curioso, pero seguramente mientras los empleados exigen mejoras, Inditex toma por el camino del medio y prescinde de ellos.
Soy una enamorada de la ropa, me da mucha pena ver prendas tiradas en el suelo y amontonadas cual castillo de arena. Pero, realmente, cuando entras al probador, muchas veces hay una fila importante de personas esperando, todo no es tan idílico como nos quieren vender.
Parece que el “espíritu Amancio” se difumina escondido en intentar ser más «adelantados» que otras tiendas.
Esto no es vanguardia señores, es quitarle la magia al día de compras y mandar al paro a muchísima gente.
Rita Martín