¿Bibliotecas de ensueño? Sin lugar a duda, la Biblioteca de la Abadía de Admont ocupa el primer lugar. Esta joya arquitectónica se encuentra dentro del Monasterio de Admont, en Estiria, al suroeste de la República de Austria. 

Debes de saber que su monasterio es uno de los más importantes y antiguos de Europa. Fundado por el Arzobispo Gebhard de Salzburgo en 1074, sus paredes sustentan casi 950 años de historia y ha sido “partícipe” de eventos tan relevantes como la Gran Guerra Turca. 

Arquitectura barroca, arte religioso y contemporáneo, museos y un entorno natural: ¡El Monasterio de Admont lo tiene todo! Aunque, indudablemente, la pieza más destacada es su biblioteca. Una de las joyas más preciadas del mundo. De hecho, ¡su existencia es casi un milagro! La biblioteca fue lo único que se salvó del terrible incendio que destruyó el monasterio en 1865.

Tesoros bibliográficos

Para comprender la importancia de la Biblioteca de la Abadía de Admont, primero debemos conocer la transcendencia del monasterio. Éste llegó a ser uno de los centros monásticos más importantes del sur de Alemania y el epicentro de la escuela de escritura. 

En la actualidad, en la Biblioteca encontramos 70.000 de los 200.000 volúmenes que posee el monasterio. Algunos de ellos del siglo VIII y más de 500 incunables. Entre sus joyas más relevantes se encuentra el manuscrito de la Biblia de Admont. 

Si ya el valor arquitectónico de la biblioteca es incalculable, el bibliofílico la convierte en la octava maravilla del mundo. 

Octava Maravilla del Mundo

Si bien la Abadía tiene cerca de 950 años, la biblioteca fue construida en 1773 por el arquitecto Joseph Hueber. Una obra que, desde entonces, es considerada por muchos como la Octava Maravilla del Mundo. 

Siguiendo las indicaciones del monarca Abbot Matthäus Offner, Hueber se inspiró en la actual Biblioteca Nacional de Austria para crear esta joya arquitectónica.

Si nos centramos en el diseño, nos percatamos que Hueber dividió la biblioteca en tres partes. Dos salas laterales que acompañan al gran salón central coronado con una enorme cúpula. A su vez, cada una de las salas está segmentada en tres secciones.

La disposición de la biblioteca se hizo para representar a la Santísima Trinidad (Padre, Hijo y Espíritu Santo). A su vez, las siete cúpulas simbolizan el número perfecto y la satisfacción del trabajo terminado. Todo ello, vinculado al ‘Séptimo Día’, en el que Dios descansó después de haber terminado su creación. 

Frescos, simbología y luminosidad

Para Hueber la luz era sumamente importante. Por ello, cada una de las salas cuenta con 48 ventanas. Ventanas libres de obstáculos que pudieran reducir su luminosidad.

Su arquitectura y diseño transmiten los ideales de la Ilustración, a la par que muestra el contraste, ya que las bibliotecas de esa época solían ser espacios oscuros.

Asimismo, cada una de las cúpulas está adornada con un fresco elaborado por el pintor barroco austriaco Bartolomeo Altomonte. Las pinturas hechas en las cúpulas representan las fases del entendimiento humano. Éstas simbolizan el pensamiento y el lenguaje derivando en las artes y las ciencias, que culmina con la revelación divina en la gran cúpula. 

Ubicada en la sala central, la gran cúpula representa la sabiduría divina con una figura femenina, aunque también vemos a Moisés, representante del Antiguo Testamento y de la Iglesia, símbolo del Nuevo Testamento. 

En el resto de secciones, podemos ver otras pinturas de extremada belleza. Por ejemplo, en una de ellas, se aprecia una figura masculina vestida de gris entregando una “receta” a una mujer como símbolo de la medicina y la farmacia. Ambas están rodeadas de las otras ciencias: la física, la astronomía, la aritmética o la geografía. 

Esculturas inquietantes y con detalles mínimos

Los frescos no son las únicas obras de arte que adornan la biblioteca, ya que en toda la estancia están distribuidas dieciséis esculturas. Las tallas están realizadas en madera de tilo por el escultor austriaco Josef Stammel. ¡Sí, has leído bien! Las esculturas son de madera. Posteriormente fueron pintadas para dar la sensación de estar hechas de bronce. Impresionante, ¿verdad?

Las esculturas que más impresionan son las de la sala central y reciben el nombre de ‘Las cuatro últimas cosas’. Representan la muerte, la resurrección, el cielo y el infierno. ¿Sabías que, inicialmente, estas esculturas se iban a colocar en la Iglesia Monacal?

De la misma forma, Stammel elaboró dos relieves, colocados en el norte y sur de la biblioteca. En ellos, se representa el Juicio de Salomón y las enseñanzas de Jesús en el Templo. Entre las estanterías se encuentran repartidas 60 bustos, que representan a personajes reconocidos de las ciencias y las artes.

Si decides visitar el Monasterio y la Biblioteca de la Abadía de Admont, te recomendamos que lo hagas con calma y tiempo ya que es un lugar que no puede verse con prisas, ¡te perderías la mitad de los encantos de este imprescindible escondite de Austria!

Alejandro Mesa