Supongamos que con la música pasa como con el amor… De repente, un día sin saber por qué, algo cambia el rumbo de tu día a día. Podría ser un riff al más puro estilo Satisfaction, un estribillo como el de La Bamba, una canción como Who wants to live forever, una cantante de renombre… digamos como Montserrat Caballé o una voz triste y profunda como la de Cohen.

Encontrar quien nos complemente en el mundo de la música es casi tan difícil como en el amor. Podemos pasarnos el día dándole a la siguiente canción o saltando de grupo en grupo sin encontrar ese “je ne sais quoi” que acelere nuestro corazón y nos saque una sonrisa. A mí, en concreto, me llegó tarde. El amor también (pero llegó). Llegó, supongo, que cuando tenía que llegar.

Si bien canturreaba We are the Champions o We will rock you desde bien pequeña, no fue hasta ese momento cuando lo supe. Fue durante la primera salida tras el episodio más duro de mi vida, en el cine, ¡bendito séptimo arte! Nos juntamos cuatro amantes de lo bueno cuando todavía se podían juntar infinitas “burbujas” para ver de una forma algo recelosa una Bohemian Rhapsody que se estrenaba aquel noviembre. El listón estaba verdaderamente alto. Aquel que lo había marcado era, precisamente, la leyenda del rock por excelencia, Freddie Mercury.

La película me gustó. Mucho. Tarareaba las canciones de Queen desde bien pequeña sin apenas saber quién o quiénes eran. Menos aún sabía de su historia pero lo que vi me gustó. La película despertó algo en mí que conocía perfectamente pero que llevaba mucho tiempo dormido, mi curiosidad. Los días posteriores se llenaron de impulsivas búsquedas en Google y descargas infinitas en iTunes. Y, casi sin darme cuenta, pasé de encontrar en la ducha el espacio perfecto para desahogarme y llorar a… encontrar en la ducha el espacio perfecto para cantar “a voz en grito” sin complejo alguno. 

Empecé haciendo lo que sabía, chapurrear un spanglish muy currado mientras el barítono obraba su arte. Fueron muchas las canciones que por su fuerza despertaron un potente interés en mí así que… siguieron las incesantes búsquedas en Google. La traducción de las canciones, el álbum en el que iban incluidas, quién la había compuesto, de quién había surgido la idea, qué significaban, etc.

¡Significaban fuerza! Por lo menos fue eso lo que, en aquel momento, significaron para mí. Había encontrado mi media naranja, a los 32 años redescubrí a Queen y en particular a él, Freddie. Un Freddie que sigue significando mucho para muchos. Una voz privilegiada que sigue viva, una puesta en escena que…  

En este número, nuestro primer número a nivel nacional y el número con el que cumplimos 5 añitos, celebramos tus 75 porque así debía ser y así se ha hecho.

¡Buenos pensamientos! ¡Buenas palabras! ¡Buenas acciones!

¡Gracias Freddie! ¡Felicidades!

Paola Bonilla