El hecho de que Freddie Mercury siga siendo noticia treinta años después de su muerte, o que sigamos celebrando su cumpleaños este mes de septiembre (75), solo confirma que no estamos ante una estrella más del rock´n´roll de los 70 y 80. Freddie Mercury siempre será un icono, no solo por su voz privilegiada, por su increíble faceta de compositor o por su extravagante forma de vida, sino también por su visión de la moda, por creador de tendencias y por su fantástica forma de comunicar a través de su imagen en cada momento de su vida y su carrera. Sus looks nunca dejaban indiferentes, y eso es lo que él pretendía. 

Freddie Mercury no vino a este mundo a pasar desapercibido. Quería que hablasen de él. Quería que le recordasen. Y, aunque es muy difícil elegir solamente cinco, vamos a recuperar algunas de esas imágenes que permanecerán en nuestro recuerdo para siempre.

EL BLUSÓN MURCIÉLAGO DE ZANDRA RHODES

En los 70, un jovencísimo estudiante de diseño llamado Farrokh Bulsara, regateaba en los puestos hippies de Kensington Market para comprar ropa de segunda mano, túnicas, fulares étnicos y pantalones de campana de mujer porque le quedaban mejor que los de hombre. Durante un tiempo también tuvo su propio puesto de ropa de segunda mano con su amigo Roger Taylor (batería de Queen). Cuenta la leyenda que en ese puesto le regaló unas botas a un David Bowie que en ese momento no se las podía permitir. Freddie siempre se quedaba con las piezas más llamativas y teatrales para sus actuaciones (primero con Smile y después con Queen).

En 1974, cuando Queen empezaban a sonar fuerte, y justo antes del pelotazo de Bohemian Rhapsody, Freddie conoció a la diseñadora punk Zandra Rhodes, rival de Vivienne Westwood, y ella le dijo que eligiera lo que le gustara de su taller. Él fue directo a por un minivestido de novia plisado que se abría entero en forma de abanico invertido, pero a él le quedaba como un blusón. Empezó a bailar con él, a dar vueltas, y ahí comenzó una colaboración muy fructífera para ambos: Zandra se encargó de hacer el vestuario de Queen en muchas de sus giras, y Freddie se convirtió en la estrella del Glam Rock que siempre soñó.

*Actualmente, este conjunto de Zandra Rhodes se encuentra en el Museo de Queen en Montreux, Suiza.

LAS MALLAS AJUSTADAS DE ARLEQUÍN

Durante los años 70, Freddie estaba muy delgado y le encantaba subir al escenario con micro-micro-shorts que apenas dejaban nada a la imaginación, o con alguna de su espectacular colección de mallas de teatro. Él era un apasionado de todo lo que tenía que ver con el mundo del teatro, el ballet y la ópera, y por eso llenaba su camerino de maquillaje negro para los ojos, boas de plumas, zapatillas de ballet y mallas de todo tipo, siendo las estampadas de arlequín, por lo melodramáticas, sus favoritas. Eso sí, con mucho escote, que una cosa es ir de arlequín, pero otra cosa es enseñar piel. Y Freddie era de enseñar mucha piel. Sus mallas preferidas, la de rombos blancos y negros, que fue subastada por más de 22 mil euros hace unos años en Londres; una en tonos verdes y naranjas que actualmente está en su Museo de Montreux; y otra, espectacular, cuajada de lentejuelas color plata, que se la ponía al cierre de algunos conciertos. Según se acercaban los 80, la cosa se fue poniendo un poco más “hard” y cambió la lycra por el látex y el cuero, adquiriendo una estética menos Glam Rock y más BDSM, estilo que descubrió en los bares gay de NY.

I WANT TO BREAK FREE

Llegaron los años 80, y con ellos la que sería la imagen más recordada de Freddie: pelo corto, bigote potente, camisetas y pantalones muy ajustados, gafas de aviador y zapatillas de deporte. Una imagen muy masculina que, a la vez, seguía la estética gay que explosionaba en ese momento.

Corría el año 1984 cuando Queen lanza uno de sus grandes éxitos: “I want to break free”, un canto a la libertad escrito por el bajista, John Deacon, que cada uno podía interpretar como quisiera. De hecho, muchos colectivos y minorías oprimidas lo adoptaron como himno, pero en su gestación no tenía ningún tipo de connotación religiosa, política ni sexual como dijeron hasta la saciedad todos los miembros de la banda.

Semejante temazo merecía un videoclip a la altura, y al batería, Roger Taylor, se le ocurrió parodiar una serie de gran éxito en Reino Unido, “Coronation Street” y travestirse como cuatro de las protagonistas, aburridas amas de casa británicas de clase suburbana hartas de sus vidas que sueñan con escapar de ellas.

La imagen de Mercury con top rosa, desmesurados pechos falsos, medias y tacones (vaya piernas, por cierto), pelucón y su eterno bigote dio la vuelta al mundo rápidamente. Y eso que no había internet. Obviamente, en casi todo el mundo la broma y el videoclip se entendieron perfectamente y han pasado a la historia como una obra magistral. Pero en los Estados Unidos de Ronald Reagan les pareció algo que “incitaba a los jóvenes al travestismo y la homosexualidad”, censuraron el videoclip y las discográficas rompieron relaciones con Queen. 

*En el histórico tributo a Mercury tras su muerte, en el estadio de Wembley en 1992, Lisa Stansfield salió a cantar “I want to break free” vestida como Freddie en el videoclip, con aspirador incluido.

LIVE AID

Uno de los estilismos más memorables de Freddie Mercury coincide con uno de los directos más importantes de su carrera: los famosos 21 minutos de Queen en el macroconcierto Live Aid en beneficio de África oriental retransmitido en directo a todo el mundo. La actuación de Queen en el Live Aid, el 13 de julio de 1985, fue elegida en una encuesta musical como el mejor concierto de rock en directo de todos los tiempos (con un 79% de los votos). Después de un tiempo de reflexión para la banda, en el que seguían ensayando y tocando juntos, pero de una forma más tranquila, subirse al escenario del Live Aid fue como un chute de energía, un ensayo general de la espectacular gira que vendría después. Mercury estuvo cómodo, estuvo feliz, estuvo sexy, se comió el escenario, se metió al público en el bolsillo, disfrutó como nunca, y David Bowie dijo en backstage entre risas “a ver quién se atreve a salir después de este cabrón”.

Su última pareja, Jim Hutton, dice en sus memorias que Freddie fue al Live Aid con la misma ropa que se había puesto esa mañana cuando se había levantado. Pero Freddie estudiaba perfectamente cada estilismo antes de salir a escena, y esa tarde su escenario era el mundo entero, así que seguro que tenía muy pensado que llevaba el look perfecto para la ocasión: pelo perfectamente engominado, bigote poblado y recortado, camiseta blanca de tirantes, pantalones vaqueros muy ajustados, cinturón y brazalete negro con tachuelas, y sus zapatillas favoritas para los conciertos, las Adidas Hércules de boxeo. 

Una imagen con la que redefinía su masculinidad, con la que hacía un guiño a la visibilidad del colectivo gay (aunque nunca habló abiertamente de su sexualidad ni quería ser abanderado de nada) y con la que se convirtió en leyenda.

LA CHAQUETA AMARILLA

Otra de las prendas que han pasado a la historia por obra y gracia de Freddie Mercury es la famosa chaqueta amarilla de estilo militar que fue protagonista de la gira “Magic Tour” en 1986. Esta chaqueta fue creada por Diana Moseley, diseñadora de vestuario de confianza de Queen, en piel color amarillo (el favorito de Freddie) y corte militar. 

Para esta gira, Freddie siempre llevaba, también confeccionado por Moseley, un pantalón blanco (ya no tan ajustado como antes) con una banda roja y dorada en los laterales y diferentes camisetas siempre sin mangas (que terminaba rasgando y tirando al público) y sus eternas Adidas Hércules.

Nadie sabía que era la última gira de Queen. Freddie fue diagnosticado de SIDA en 1987 y desde entonces no hubo más directos, aunque sí muchas más canciones y más discos.

Freddie (visiblemente enfermo) volvió a ponerse su chaqueta amarilla para el rodaje del videoclip de la canción “The Miracle” en 1989, y Diana Moseley tuvo que hacer una más pequeña para el actor infantil que interpretaba a mini-Mercury.

Su estatua homenaje en Montreux (Suiza), donde pasó sus últimos años y algunos de los mejores momentos de su vida, también lleva su chaqueta amarilla.

*GOD SAVE THE QUEEN

No puedo cerrar esta sección sin hablar del estilismo con el que, precisamente, Freddie cerraba sus últimos conciertos. Él siempre fue una reina, y como tal, se despedía de su público con el himno británico a todo volumen, y con una reproducción fabulosa de la corona y la capa de terciopelo y armiño de la Reina Isabel II.

Así que solo me queda decir… God save the QUEEN!

Estefanía García