El que fuera el primer presidente negro de los Estados Unidos homenajea a su abuela, fallecida recientemente, a través de sus redes sociales con esta carta en la que repasa su vida y agradece todo lo que hizo por él y su familia:

«Mi familia y yo estamos de luto por la pérdida de nuestra querida abuela, Sarah Ogwel Onyango Obama, conocida cariñosamente por muchos como “Mama Sarah” pero conocida por nosotros como “Dani” o Granny. Nacida en el primer cuarto del siglo pasado, en la provincia de Nyanza, a orillas del lago Victoria, no tenía una educación formal y, a la manera de su tribu, se casó con un hombre mucho mayor cuando era solo una adolescente. Pasaría el resto de su vida en el pequeño pueblo de Alego, en una pequeña casa construida con adobe y ladrillos de paja y sin electricidad ni cañerías interiores. Allí crió a ocho hijos, atendió a sus cabras y pollos, cultivó una variedad de cultivos y tomó lo que la familia no solía vender en el mercado local al aire libre.

Aunque no era su madre biológica, la abuela criaría a mi padre como si fuera suyo, y fue en parte gracias a su amor y aliento que pudo desafiar las probabilidades y hacer lo suficientemente bien en la escuela como para obtener una beca para asistir a una universidad estadounidense. Cuando nuestra familia tenía dificultades, su casa era un refugio para sus hijos y nietos, y su presencia era una fuerza constante y estabilizadora. Cuando viajé por primera vez a Kenia para aprender más sobre mi herencia y mi padre, que ya había fallecido, fue Granny quien me sirvió de puente hacia el pasado, y fueron sus historias las que me ayudaron a llenar el vacío de mi corazón.

Durante el transcurso de su vida, Granny fue testigo de los cambios de época que tenían lugar en todo el mundo: la guerra mundial, los movimientos de liberación, los alunizajes y el advenimiento de la era de las computadoras. Viviría para volar en jets, recibir visitantes de todo el mundo y ver a uno de sus nietos ser elegido para la presidencia de los Estados Unidos. Y, sin embargo, su espíritu esencial —fuerte, orgullosa, trabajadora, poco impresionada por las marcas convencionales de estatus y llena de sentido común y buen humor— nunca cambió. La extrañaremos mucho, pero celebraremos con gratitud su larga y extraordinaria vida.»