­Octubre ha llegado con la sensación de que el verano –y un poco la vida- se nos ha escurrido entre los dedos. Los tiempos son los que son. Hemos asumido que saldremos de ésta. Quizás no mejores, ni más fuertes. Quizás más precarias, más cansadas. Pero nos sacudiremos el polvo y nos apoyaremos. La necesidad de conectar con otros es lo que nos ha movido siempre y como dice la Coixet “para mí es lo único que me separa de la soledad y de la niebla”. Así que, mientras estemos aquí, habrá que abrazar la niebla.

Me gustaría que estas pequeñas recomendaciones mías, fueran eso: una suerte de refugio. Me gustaría imaginarme como vuestra novia/amiga/amante. Esa persona, que te pregunta qué tal te ha ido el día, te pasa una canción que le recuerda a ti o te responde a los stories con un enlace a un artículo bonito. Porque, amigas, el mundo que se nos está quedando ya es lo suficientemente duro como para no tener estar pequeñas píldoras de afecto.

Ahora que vuelve el frío, los días de manta y Filmin, los días de retozar entre las sábanas (y que hagan judo mi edredón y el tuyo), me gustaría hablar de los espacios que habitamos. Nunca antes le habíamos dado tanta importancia a tener un sofá cómodo, una luz acogedora, o una tele en la que ver películas en condiciones. Aquí estoy un domingo por la tarde, mirando el catálogo de esa tienda sueca de muebles que todos conocemos, pensando en si sería buena idea pintar una de mis paredes de azul claro casi gris, como en aquella peli de Rohmer, o si lo que necesito es un cubrecama de color mostaza que le dé algo de luz a mis mañanas.

Esto ya lo he dicho antes:

Los libros de la mesilla:

Sobre los espacios y la capacidad de utilizarlos para contar historias a través de ellos, Richard McGuire se pasó del juego cuando lanzó al mercado Aquí, publicado por Salamandra Graphic en su traducción al castellano. El tiempo como protagonista y toda la vida del planeta en una habitación, son los temas de este libro. Superado el desconcierto inicial por lo original que es la obra, me encontré enganchada a los pequeños relatos que surgen de forma superpuesta y que se intercalan a lo largo de cientos, miles de años. El collage de viñetas es un caramelo visual.

La luz en la oscuridad:

Hay tantos tweets sobre lo tediosa que les ha parecido a algunos la última película de Charlie Kaufman que una se acerca a ella con cierta cautela. I’m thinking of ending things es oscura y enigmática por momentos, densa y snob en otros, pero sorprende que una plataforma como Netflix apueste por historias que no necesariamente tienen que ser comprensibles para disfrutarse. No siempre fue así. Con Anomalisa a Kaufman no le quedó otro remedio que recurrir al crowdfunding para conseguir financiación. Suerte que lo pudo hacer, porque esta cinta animada es de mis favoritas. La película te cruza por la mitad y en apenas unos minutos olvidas que los personajes son marionetas. Un hotel como espacio para la soledad y la nostalgia y un protagonista atrapado en un mundo gris repleto de caras comunes. De pronto, ella, la única, la que nos salvará. De verdad, es maravillosa. Quizás todo tenga un poco que ver con que soy una solipsista, una enferma de narcicismo que busca una y otra vez ese vuelquito en el estómago. O quizás simplemente no puedo olvidar el magnífico momento “Girls just wanna have fun”.

Poemas y penas:

 “Acaríciame la cara antes de que me vaya y tengas que echarme de menos”

Es curioso cómo en las películas, después de estar todo el día tu habitación, llorando y escuchando fuerte esa canción que te rompe el alma, todo se arregla después. Durante el confinamiento, hice de eso mi rutina y escuché en bucle Tienes reservado el cielo. En mi caso solo sirvió para enamorarme de Sen Senra un poquito. La letra, el uso del vocoder, las pocas notas al piano, acariciaron mi apesadumbrado corazoncito como si se tratara de un mantra, una oración. Y sí, sé que estar con estos crushes a mi edad es algo que debería trabajar con mi terapeuta, pero de cualquier forma os recomiendo escuchar Nada y Nadie o Perfecto.

Unos trazos:

Por último, os dejo con una ilustración que refleja muy bien mi estado emocional, atisbando cómo serán las próximas semanas que me (nos) vienen. Bajar la velocidad, cuidarme, dibujar, escribir, escribir mucho.

https://www.instagram.com/p/BvANDA5jJCj/?igshid=1e5kgp1tzppqp

Aquí me despido. Nos leemos pronto y hasta entonces, habitad espacios bonitos.

Sara Herranz