Confiesa. ¿Has conseguido hacer zapping en estos dos meses sin encontrarte a Rocío Carrasco Mohedano? No, ¿verdad?
Yo tampoco. Nunca “El Rocío” duró tanto.
La peregrinación televisiva de la hija de Rocío Jurado está siendo como su madre: la más grande.
Tras años señalada por no cuidar de sus hijos, la misma cadena que la demonizó, ahora salta la reja y la saca en procesión convirtiéndola en víctima y heroína.
Rocío ha decidido contar su verdad para seguir viva porque públicamente los medios de comunicación la llevaban matando veinte años. Su romería de confesiones ha disparado las audiencias. Destrozada y maltratada psicológicamente por su ex, maltratada físicamente por su hija y distanciada de la familia materna. Esa es su verdad y ha querido contarla. Ole por ella.
Es entonces cuando España entera se abre en canal y todo el mundo opina y cuestiona. Los mismos que antes afirmaban que era una mala madre ahora opinan que es una mujer maltratada. Los mismos que antes daban horas y horas de televisión al ex ahora estiran la parrilla para devolvérselas a Rocío. Televisivamente me parece uno de los mejores programas (me refiero al documental, NO AL DEBATE) que se han hecho en los últimos años. Por la protagonista, por su testimonio, por la labor de producción y documentación, por la puesta en escena, por la periodista que lee las preguntas, por la promoción y por la música. Mención especial merecen las canciones de este Rocío donde son las melodías en francés las que levantan el polvo del camino. Es escuchar eso de “aaaaaaaah tout l´universeeee” y ver a Rocío enfundada en su traje de chaqueta fucsia.
Es su salve rociera, el lamento de un peso que lleva aguantando demasiados años y que conmueve con sus lágrimas y su angustia. Y eso, lo siento mucho, no se finge.
Sin embargo, también aparecen voces discordantes. Aquellos que cuestionan su historia y que también merecen ser escuchados y no apartados. Y aquí viene lo sorprendente.
¿Por qué Telecinco apenas da altavoz a quienes opinan diferente? ¿Por qué su presentadora cruza miradas correderas y retadoras a todos aquellos que no opinan como ella? Por algo tan sencillo como terrible. Se llama ADOCTRINAR. Ese es el problema de muchos medios de comunicación. No se conforman con entretener. Quieren adoctrinar. Políticamente, sociológicamente y ahora también “rocieramente”.
Pues lo siento, pero yo por ahí no paso.
No me diga usted lo que tengo que pensar.
Deje que yo me construya mi propia opinión para seguir VIVO.