Las Islas Galápagos son un templo de gran interés científico para biólogos y geólogos, digno de ser retratado y visitado.
Se trata de un particular archipiélago apenas tocado por el hombre, cuyas condiciones lo convierten en uno de los más diversos de todo el mundo. La fauna y la flora evolucionaron de manera asombrosa durante milenios sin predadores. De ahí que la presencia humana o de otras especies no les produce miedo alguno.
No obstante, las autoridades del Parque Nacional de Galápagos lleva un estricto control de la introducción de ejemplares de animales foráneos. Esto también se aplica a los turistas que las visitan al día.
Todo ello, debido al frágil y delicado equilibrio de su peculiar ecosistema. Por lo que antes de embarcarnos en la aventura cabe informarse bien de las características de este especial entorno.
El descubrimiento de las galápagos
Las Islas Galápagos fueron descubiertas por el obispo de Panamá. Tomás de Berlanga, en el siglo XVI durante el reinado de Carlos V, cuando realizaba una expedición hacia Perú. Pero no fue hasta 1835 cuando Charles Darwin desembarcó en las islas. Gracias a sus observaciones de la vida salvaje, publicó en 1858 la Teoría de la Evolución en su famoso libro “El origen de las especies”.
Fueron declaradas Patrimonio Natural de la Humanidad por la UNESCO en 1978
El archipiélago de las Islas Galápagos se encuentra en medio del Océano Pacífico a casi 1.000 kilómetros de la costa de Ecuador. Las 13 islas mayores que la componen son de formación volcánica y resultado de movimientos tectónicos.
Sin embargo, cada una de ellas tiene una fisiografía y forma únicas y distintas, así como un clima diferente a otras zonas ecuatoriales más húmedas y cálidas, en cierta medida gracias a la influencia de la Corriente fría de Humboldt que mantiene las temperaturas bajas.
Alojarse en San Cristóbal, en Isabela o en Santa Cruz puede ser muy cómodo para los bolsillos, pudiendo encontrar modestos hostales y pensiones. Aunque también se pueden disfrutar de los lujos de grandes hoteles para los más exquisitos, que desean relajarse en la piscina después de un largo día de excursiones.
Tampoco es difícil encontrar restaurantes donde disfrutar de los platos típicos ecuatorianos mientras se dirige la vista al mar.
Una fauna única en el mundo
Una gran cantidad de especies animales (entre aves, reptiles y mamíferos) que viven en las Islas Galápagos son clasificadas como endémicas, es decir, que solo existen en el ecosistema que ofrece el archipiélago. También se pueden encontrar nativas, que se hallan en su hábitat natural pero que pueden observarse en otras zonas del mundo.
Un crucero es el método favorito por los turistas para visitar las islas. El mejor momento es durante la época que va desde enero a mayo, cuando las aguas del Pacífico están más calmadas y hay mayor visibilidad.
De esta manera, se puede ser testigo de una de las 10 reservas marinas más grandes a nivel internacional. Con más de 130 kilómetros de extensión que incluye tiburones, corales y 16 especies diferentes de ballenas que conviven con delfines o pingüinos, entre otros.
Por todo ello, también es uno de los lugares con mayor atractivo para la práctica del buceo, en la que se le da la memorable posibilidad a los buzos de bañarse rodeados de curiosos leones marinos.
En 2019 la Fundación Charles Darwin cumplió 60 años promoviendo la investigación científica en las islas y la conservación de su naturaleza
Al llegar a tierra, los visitantes, acompañados de guías especializados, pueden caminar con tortugas galápagos e iguanas gigantes o ver variedad de ejemplares de aves como albatros, piqueros de patas azules o pinzones de Darwin anidando y volando por los alrededores.
La magia de las Islas Galápagos radica en que los visitantes puedan disfrutar de su biodiversidad de una forma cercana. Algo que resulta inusual en otras partes del mundo.
La flora de las Islas Encantadas
Las Islas Galápagos (o también denominadas Islas Encantadas de forma popular por los turistas) tienen una exclusiva flora que las caracterizan y las diferencian. Se han registrado hasta 560 especies de plantas nativas, que se suman a las 200 introducidas.
La tercera parte de la flora del archipiélago son ejemplares endémicos, que incluyen variedad de arbustos como el algodón de Darwin, el Galápagos croton o el Galápagos Lantana, así como los árboles Pega Pega o el Guayabillo.
Además, los visitantes podrán sacarse fotos con diversos ejemplares de cactus desde los gigantescos Tuna Cactus o el Candelabros, que pueden alcanzar desde los 7 hasta los 12 metros de altura, hasta los pequeños cactus de lava.
Y es que, retratar la vida salvaje de las islas, es requisito indispensable para visitar un destino que debe hacerse al menos una vez en la vida.
Adrián Centanaro