El perfil de las islas que conforman el archipiélago canario es muy variado. Todas, sin embargo, a excepción de Lanzarote y Fuerteventura, presentan unas cumbres centrales dominantes (Pozo de las Nieves, Teide, Roque de los Muchachos, Malpaso) desde donde se descuelgan unas laderas de pronunciadas pendientes, que van del 10% al 20%, acompañadas de profundos barrancos, hasta llegar al mar. Unas islas como éstas, configuradas fundamentalmente por acciones eruptivas, ostentan muchas señales de tipo volcánico en su paisaje. 

Dada la topografía de las islas y su carácter volcánico los pobladores de las islas, desde antes de la conquista, buscaban zonas para vivir y cobijarse, por ello utilizaban pequeñas cavernas (muchas veces tubos volcánicos) que perduraron en el paisaje tras las erupciones volcánicas de las islas, ahí surge el origen de las casas-cuevas.

Anaga, Roque Negro (Santa Cruz de Tenerife)

Desde tiempos lejanos, los habitantes de las Islas Canarias habitaban al abrigo de las cuevas, algunas naturales y otras artificiales excavadas manualmente por ellos mismos. La arquitectura de las casas cuevas otorga a sus habitantes las condiciones de confort ideales para vivir, manteniendo en su interior una temperatura prácticamente constante durante cualquier época del año, así como una multitud de factores positivos, como son espacios amplios y diáfanos y el escaso coste económico de su construcción. 

Las casas cuevas han sido, principalmente, construcciones propias de las islas de Tenerife, La Palma y Gran Canaria.

En la isla donde más se han desarrollado y mayor existencia de casas cuevas hay es en la Isla de Gran Canaria, la casa cueva llegó a ser la residencia de entre el 8% y 10% de la población de la isla durante los años 1480 y 1850.  Zonas como Artenara, Tara, Acusa, Cendro, Barranco Hondo o La Atalaya, concentran un gran número de ellas, aportándole al lugar un potente valor paisajístico, cultural y patrimonial. 

Casas Cuevas Las Maguadas, Artenara, Gran Canaria

En Tenerife su origen principalmente fue en zonas rústicas y de explotación agraria, donde la creación de estas cuevas respondía a la rápida necesidad de disponer de un lugar para albergar a las personas de clase trabajadora que llegaban a una explotación agraria; o bien zonas costeras, donde se realizaban labores de pesca, sirviendo las cuevas como lugares de almacenaje (cuartos de pertrecho) y alojamiento de los trabajadores de la mar. Cabe destacar las casas cuevas de la zona de Chinamada (Anaga), Fasnia, Los Cristianos, y Güimar.

Tradicionalmente ha existido una preocupación, reflejada a través de distintas normativas, para que uno de los derechos esenciales de cualquier persona, como es el de disponer de una vivienda, se ejercite en unas condiciones dignas y adecuadas. En este sentido, se han venido estableciendo diversas condiciones para que una vivienda pueda ser habitada y, al mismo tiempo, se han fijando una serie de garantías procedimentales, como el otorgamiento de la cédula de habitabilidad, con el fin de que dichas condiciones sean cumplidas. Es por ello que en Canarias existe un Decreto que regula todas las condiciones de habitabilidad de las viviendas, donde recoge en la segunda disposición adicional el caso concreto de las casas-cuevas de la siguiente manera: 

  1. Se entiende por casas-cueva, a los efectos de este Decreto, las cuevas que hayan sido objeto de una transformación con el fin de destinarlas a un uso residencial, y que, a la fecha de publicación de esta norma, vinieran destinándose, con carácter permanente o por temporada, a ese uso. 

Las casas-cueva que, a la fecha de publicación del presente Decreto, vinieran siendo destinadas a uso residencial, permanente o por temporada, podrán tener, a los efectos de la presente norma, la consideración de vivienda, siempre que cuenten con la correspondiente cédula de habitabilidad.

  1.  La cédula de habitabilidad ha de solicitarla el propietario de la casa-cueva, o el titular de un derecho real sobre la misma. (…)

a) Documento acreditativo de la propiedad de la casa-cueva, o de la titularidad de un derecho real sobre la misma.

b) Informe municipal sobre su uso residencial, permanente o por temporada, así como sobre el tiempo que viene destinándose a ese uso. El uso residencial de la casa-cueva y el tiempo destinado a ese uso, reflejados en el informe municipal y en las actas o informes que, en su caso, se emitan con carácter previo a aquél, deberán basarse en pruebas documentales.

c) Certificación de técnico competente, debidamente visada, acreditativa de la adecuada seguridad estructural de la casa-cueva.

En la actualidad, numerosos núcleos de estas casas cuevas se siguen conservando e, incluso, rehabilitando. Esto se debe en parte a que éstas se vieron revalorizadas a finales del s. XVIII y el s. XIX gracias, fundamentalmente, a tres factores:

  1. La creación de carreteras que conectó el centro de las islas con el resto de poblaciones, facilitando la conexión entre los tornos urbanos y las zonas rurales del interior.
  2. El aumento de la población en las zonas interurbanas.
  3. Cambios en los planeamientos urbanísticos, convirtiendo en urbano o aportándoles valor paisajístico y de protección a dichos entornos.

En la actualidad se le suma su interés por la explotación turística y de vivienda vacacional, ofreciendo a sus usuarios una nueva experiencia de alojamiento en zonas excepcionales de las islas. 

La arquitectura de las casas-cueva, pese a constituir un patrimonio que refleja el modo de habitar de una cultura en su evolución histórica, han sido durante muchos años poco valoradas. Estos espacios puros, excavados para habitar, almacenar, orar, etc. que nacieron de la voluntad para realizar estar actividades, son la base de las edificaciones de hoy en día. No obstante, se necesitan trabajos y proyectos encaminados a preservar la memoria cultural de esta forma de vida, a fin de lograr su conservación con el paso del tiempo y preservar su verdadera identidad. 

“La arquitectura debe hablar de su tiempo y su lugar, y a la vez, anhelar la eternidad”.

Frank Gehry, arquitecto
Marta del Castillo (arquitecta)