Tiempo para recordar…
Nos pasamos la vida “construyendo momentos para recordar” o, por lo menos, eso es lo que decimos. No hemos caído en la cuenta de que no tenemos tiempo. No. No tenemos tiempo para eso. No tenemos tiempo para pararnos y darle a nuestro cerebro la posibilidad de recordar. Eso implicaría bajar nuestro ritmo de vida e incluir entre nuestras actividades una que no se puede fotografiar ni hacer viral, “el aburrimiento”, la meditación, el dolce far niente, el no hacer nada…
El otro día me aburría, casi de casualidad, y empecé a recordar. No fue fácil. Antes del primer recuerdo pasé minutos haciendo scroll en la pantalla de mi iphone y… justo cuando pensaba abrir la aplicación de algún jueguito tonto, de esos que todos tenemos descargados precisamente para nuestros momentos de aburrimiento, me vino el primer recuerdo del día, y probablemente de la semana, a la mente. Me dio la sensación de que entró en ella dando codazos a la procrastinación cual jugador de fútbol americano en busca de su primera yarda.
Lo bueno de estos momentos que llegan a base de codazos es que tienen una memoria sublime. Y es que nuestra mente está acostumbrada a recordar pese a que nosotros ya no lo hagamos, así que con el primer recuerdo llegó un aluvión de muchos otros. Fue algo fantástico.
Hoy, la generación Z hubiera determinado que estaba loca, o quizá no, pero seguro que los boomers me hubieran entendido a la primera. Aproveché el resto de la tarde para no salir de mi pequeño y agradecido aturdimiento. Sonreí, lloré, escuché canciones que en su día compartía con quienes hoy ya no están, recordé cómo bailaba mi abuelo en la puerta de la cocina y cómo mi hermano, mi abuela y yo nos reíamos, así que reí y… volví a llorar, canturreé “El Unicornio Azul” que tanto adoraba ella, me acordé de la Pepsi en la playa junto a un trozo de tortilla lleno de arena…
Siempre he sido de muy mala memoria, de ahí mi perfil en Instagram. Es un perfil para mí, para recordar los mejores momentos desde… 2014 ¡vaya, diez años ya! Pero a mi plan le falta algo, TIEMPO. ¿Cuántas veces acudo a él para ir a la primera publicación?
Soy consciente de que estamos, quemados y deseosos de vivir al mismo tiempo, y de que esto muchas veces frustra. Por eso, aprovecho estas líneas para recordarme, cuando las vuelva a leer, que me debo tiempo. Me debo tiempo para poder recordar todos esos momentazos que he ido construyendo a lo largo y ancho de estos últimos 38 años. Me debo tiempo para sanar, para pensar, para honrarles. Me debo tiempo para no hacer nada. Me debo tiempo para crear. Me debo tiempo para recordar. Recordarles. Me debo tiempo, sin más.
Paola Bonilla, directora de The Pocket Magazine.