La calle Tajuya y su mirador (El Paso, La Palma) no creyeron nunca llegar a ser tan nombrados como lo han sido durante los últimos meses a causa del volcán Cumbre Vieja. Una zona de prensa habilitada frente al estupor de los turistas en la retaguardia que mantenían un silencio casi sepulcral ante el rugir de la naturaleza que tras unos momentos de acomodo se traducían en, algo así como, el romper de gigantescas olas en una playa de grandes callados.

volcan cumbre vieja
Los propietarios de las plataneras de los pueblos colindantes acuden cada día a salvar parte de su cosecha. Las coladas avanzan y la lava ha cubierto ya (a día tres de noviembre) más de 987 hectáreas de terreno. Más de 2.600 edificaciones han sido destruidas.
Las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad el Estado, Protección Civil y voluntarios se esfuerzan cada día por mantener el orden dentro del proceso caótico que marca una naturaleza libre y descontrolada.
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Las señales de tráfico que antes indicaban las carreteras por las que acudir a los pueblos, hoy, sepultados por la lava han sido manipuladas para que éstos ya no aparezcan en ella, intentando evitar así la constante tristeza de quienes un día vivieron o trabajaron allí.
Un vecino se encarga de limpiar la ceniza del tejado de su casa ante el trasiego de turistas que durante el puente de Todos los Santos acudieron hasta el Mirador de Tajuya para observar el fenómeno volcánico.
Una intensa nube de ceniza que pronto pasará a sumarse a la que, cada día, recogen del suelo los palmeros (11:00 hrs de la mañana del 1 de noviembre de 2021).
La ceniza es uno de los daños colaterales de la erupción volcánica. El miedo a los grandes cambios de viento y las posibles lluvias hacen que ocuparse de la condensación de la misma en tejados sea tarea obligatoria para los vecinos de la zona.
Francisco Fernández y Paola Bonilla