Estos últimos meses, y tras la celebración de la cumbre del clima celebrada en Madrid, se ha hablado en muchos medios sobre el medio ambiente. Tomar conciencia en la sostenibilidad de nuestro planeta y aportar cada uno su grano de arena es la única clave para dejar a nuestra descendencia un lugar en el que se pueda respirar aire limpio y con un ecosistema en
equilibrio.
Utilizar en la mayoría de lo posible productos con ingredientes naturales, contribuye sin más a vivir en armonía con lo que la naturaleza nos ofrece.
Seguramente si no conoces los aceites esenciales, alguna vez habrás oído hablar de ellos. El ejemplo más común en estos últimos años ha sido el del aceite de árbol de té utilizado para tratar dolencias bacterianas, víricas o de hongos a nivel tópico (en brotes de acné, piojos, hongos de las uñas, etc).
La aromaterapia, es la utilización de aceites esenciales con finalidad terapéutica, tiene una base científica y sus remedios son cada vez más recomendados en las farmacias para diferentes dolencias. A los aceites esenciales que nos referimos, son aquellos que tienen una composición molecular definida, obtenidos mediante un riguroso proceso de extracción y con fines terapéuticos a todos los niveles. Este tipo de terapia se ha usado a lo largo de la Historia, incluso antes de que existieran lo que hoy conocemos como medicamentos. Aunque no estemos hablando de medicación al uso, siempre será fundamental un consejo especializado para que sea efectiva, además de utilizar aceites sobre los que sepamos su origen y componentes. De hecho, en algunos casos son igual de efectivos o más aún que los propios medicamentos tradicionales.
¿Qué debes tener en cuenta a la hora de comprarlos?
Tenemos que fijarnos en que los aceites esenciales provengan de plantas botánicamente definidas, que sean 100% puros, naturales, completos e íntegros. Deben ser quimiotipados, lo que significa que se tiene que conocer su composición bioquímica real, ya que dependiendo de dónde crezca una planta, cuánta agua reciba, la riqueza de la tierra o la altitud de la misma
puede producir esencias diferentes bioquímicamente hablando. En resumidas cuentas, en el envase debe constar género, especie y subespecie (ésta última según el caso), la parte de la planta que se destila (hojas, raíces, tallos etc). o las moléculas químicas más predominantes por las que es efectivo ese aceite esencial, lo que se conoce como quimiotipo.
¿Cómo se usan?
Los aceites esenciales se pueden aplicar a través de la piel. Son ricos en vitaminas y ácidos grasos insaturados. Tienen la capacidad de hidratar y nutrir bien la piel llegando los activos a la epidermis y la dermis. Su textura de aceite seco deja la piel aterciopelada.
A través de las vías respiratorias, más concretamente a través del olfato. Es conocida la aplicación de aceites esenciales en los aceites de masajes para conseguir un efecto relajante o en un pañuelo para olerlo durante varios minutos. Cuando un aroma entra por la cavidad nasal se activa el sistema límbico del cerebro, que está relacionado con la memoria y las emociones. Muchas de nuestras emociones se generan o se recuerdan gracias a los aromas que nos rodean.
A través de vía oral. Existen aceites esenciales en perlas para tomar, una de las marcas de referencia en nuestro país es Pranarom. Eso sí, siempre se aconseja que sea un especialista el que las recomiende.
Su uso más conocido es por difusores de aceites esenciales, siendo una forma maravillosa para purificar ambientes o incluso para aumentar las defensas a la vez de toda la familia. Los aceites esenciales son cada vez más utilizados como ingredientes en cosméticos, aunque el hecho de usar el aceite esencial puro hace que las fórmulas sean más tolerables, por eso puede mezclarse con algún producto que ya tengas en casa, para aportar nutrición a la fórmula.
Un ejemplo, mezcla tu crema hidratante corporal con unas gotas de aceite de lavanda para disminuir el estrés después de un día duro de trabajo.
Las indicaciones más habituales en farmacias suelen ser en patologías víricas, como tratamientos complementarios en patologías bacterianas, en dolores articulares y musculares, en alergias, varices, piernas cansadas, malas digestiones, picaduras de insectos, irritaciones de pañal, antisépticos ambientales, regenerantes de la piel y jarabes para la tos.
Si te gustan los olores naturales ésta es, sin duda, la mejor opción para ambientar tu hogar, tu lugar de trabajo o, incluso, prevenir y tratar algunas enfermedades comunes. Es una auténtica fascinación saber que terapias tan antiguas y admirables se ponen de moda. De todas, ¡ésta viene para quedarse!
Lucía Corominas